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De todo un poco por Ali Landivar

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De todo un poco por Ali Landivar
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  • Mundo infantil
    Algunas madres piensan que su hijo está siempre malhumorado porque según ellas dicen que su hijo es incapaz de entretenerse solo. Pero esto, está lejos de la verdad. El deber de madre es ayudarles, porque los niños cuando aún son pequeños no saben desenvolverse solos. Tampoco saben cómo entrenarse para ir al baño o jugar. Como siempre, hay excepciones que confirman la regla: algunos niños de poca edad ya son capaces de jugar solos y, por largo tiempo sin la intervención o presencia de sus padres. Ciertamente estos merecen la medalla al mérito creativo, porque lo normal es que los pequeños de corta edad empiecen a protestar a los pocos minutos de haberse quedado solos. Aunque sea incómodo y desesperante para los padres, la realidad es esa, y no necesariamente se tratan de niños mimados de mamá. Por muchos juguetes que se pongan a su disposición, a la mayoría de los niños de poca edad la única idea brillante que se les ocurrirá será la de utilizarlos como arma arrojadiza. Su curiosidad es muy fuerte, pero a esa edad todavía necesitan que se les encausen un poco a sus juegos. El hecho de que algunos de ellos siempre quieren estar con un adulto no obedecen a caprichos; se trata del miedo a quedarse solos y lloran. Este miedo seguramente se remonta a nuestra prehistoria familiar, y más cuando están en peligro si sus padres no están cerca de ellos. El juego no solo es entretenimiento. A través de sus juegos, el niño descubre su mundo infantil, y gran parte de su desarrollo de sus sentidos depende de su actividad del juego que haga. Por ello, los padres no solo han de dedicar tiempo a jugar con su hijo, sino también a elegir el material, y los juegos adecuados para él, para su capacidad y necesidades específicas. Personalmente creo que tres son los requisitos válidos: darles seguridad de sentirse querido, ayudarle sin interrupción y proveerles estímulos con prudencia. Por lo regular, las normas son infringidas por casi todos los padres sin que sean muy conscientes de ello. Los horarios impuestos y la propia organización familiar muchas veces impiden respetar esos primeros momentos de concentración del niño cuando es pequeño. El otro cumplimiento, no siempre está al alcance de los padres. Si, por ejemplo, acaba de llegar un hermanito a su vida, a él, que es el mayor, siente celos y le costará mucho concentrarse en algo y más aún prescindir de la compañía de sus padres. Estará demasiado pendiente de rivalizar con su hermanito, y no dedica tiempo a sus juegos. No hay que olvidar que el niño no solo juega con juguetes, también rompe o tira objetos al piso, para verificar el ruido que hace, y esto es jugar, según el niño. El ser humano es el único que juega. Un gatito se puede entretener horas con un ovillo de lana o pelotita, pero en realidad no juega, se está entrenando instintivamente para cazar ratones. El niño necesita estímulo, porque la curiosidad, base de la mayoría de los juegos, es también el motor principal de su desarrollo. Aunque él necesite incentivos no significa que debamos darle muchos juguetes a la vez. Lo mejor es dividir sus juguetes por zonas y renovarlos a medida que dejen de interesarle. También, conviene dejarle que experimente y curiosee con todos los objetos a su alrededor, que muchas veces son más interesantes e instructivos que los propios juguetes. Particularmente esto está basado en la experiencia que veo actualmente con dos de mis sobrinos, los más pequeñitos, LEO e ISABELA. Para ellos todo adorno u objeto de casa es motivo de curiosidad y juego más que sus propios juguetes. Cuando van a casa de la abuela, se divierten con todo lo que está al alcance de ellos. Aunque dejan la casa como si hubiera pasado un huracán, no importa, si eso precisamente es vida y salud. Un mundo lleno de curiosidad. Mejor diría, y, para terminar, un “MUNDO DE JUGUETES”.
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    7:14
  • Hijas mimadas
    Vivir sin un amor verdadero sí es posible, no solamente por no encontrar a ese hombre como te lo imaginaste. Si no, que en partes la mujer es la culpable por no haber comprendido al marido por falta de madurez, y quiere seguir mimada como lo hicieron sus padres. Les cuento esta historia de alguien que conocí, y que lleva tres divorcios a cuestas. Ella dice que ha tenido mala suerte y que no hubo acoplamiento con ninguno de ellos. Según esta mujer, todos les fallaron. Yo siempre he pensado que cuando hay más de un divorcio, no siempre es culpa del hombre, es de la mujer. En algunas ocasiones, esto tiene que ver con los padres. Porque a las hijas, desde pequeñas, las hacen sentir que son el centro del universo, no refuerzan un comportamiento positivo, al contrario, les disculpan toda conducta negativa. Tampoco les ponen límites y ceden ante los caprichos y berrinches. De hecho, puede ser perjudicial para el desarrollo de estas, y las convierten no solo en niñas caprichosas, inconformistas y sin habilidades sociales. De adultas son incapaces de comportarse como tal, sino que siguen con la actitud de querer ser la primera en todo, solo por capricho. En la edad adulta, las consecuencias de haberlo tenido todo durante los primeros años, pueden ser incluso peores que en la infancia, con serios problemas relacionales y una salud emocional pobre y difícil, además con actitud de reina. Lógicamente los padres creen que hacen lo correcto, e incluso con las mejores intenciones, pero, no se dan cuenta del mal que le hacen a sus hijas. Cuando la mujer llega a la adultez, se enamora, se casa y es aquí cuando se encuentra con una realidad desconocida, porque ya no están mamita y papito que le aguantaban todos sus malcriadeces y rabietas. En este caso de la mujer en cuestión, esto es lo que le pasa, quiere que su hombre la trate como muñequita de porcelana y que le cumplan todos sus caprichos. Según oí decir una vez, y como gran cosa, que ella no le aguanta a ningún hombre insultos ni malos tratos que, por esta razón, mejor se decide por el divorcio. Claro, no se da cuenta que es ella la que hostiga y corre a los maridos con esa actitud de alteza. Estas mujeres en esta situación, no se acoplan a una vida diferente como es un matrimonio, y siguen con sus caprichitos de niña mimada. Es aquí cuando comienzan a tener serios problemas y lo más fácil para estas mujeres es el divorcio, como ya lo dije. Esta mujer, no acepta un NO, ni un consejo amable; porque solo quiere con esa actitud conseguir siempre lo que quiere, no son capaces de entender que hay otros puntos de vista diferentes a los suyos, y no dan oportunidad al marido de arreglar las cosas. Además de egoístas mimadas, son personas que no les gusta compartir, son desafiantes por lo que nunca aceptan un “no” por respuesta ni hacen nada que se les pida. Aún más, siempre se ponen a la defensiva y se vuelven agresivas. Son mujeres por lo general intolerantes, que no quieren seguir las normas del matrimonio e ignoran al marido cuando éste le llama la atención por su actitud. Son desafiantes y no quieren hacer nunca lo que se les pide, y siempre llevan la contraria. Si el marido le propone algo de hacer o compartir, esto se convierte en un drama y conflicto, del que ellos siempre salen mal parados. Y, para terminar, a la mujer de este cuento, nada le satisface porque es mimada e insoportable, y no valora nada. Es insatisfecha, no hay hombre que le ajuste, sigue teniendo ese comportamiento de gran dama, lo que la convierte en una persona tremendamente infeliz. Ella sigue soltera. Según ha dicho que no volverá a casarse. Claro, dónde podría encontrar a un hombre que le aguante todas sus actitudes de reina fracasada. Además, dice que, si le sale alguien, será cada cual, en su casa, viéndose solo cuando le dé la gana, que tampoco será sirvienta de nadie.
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    7:12
  • Los dominios de la mujer
    Mi hija, por regla general, me llama casi todos los días. Conversamos de nuestras experiencias como madre, e hija, y de todo lo que nos gusta hacer fuera y dentro de casa. Sobre todo, sigo siendo su madre y, como tal, me intereso en lo que acontece en su vida familiar. Ella, aunque se graduó de psicóloga, fue poco el tiempo que trabajó en su carrera, se casó con un militar, a quien siempre lo mandaban de un lugar a otro y, por esta razón no pudo establecerse en ningún trabajo. Aunque en todo fuerte militar que vivieron, siempre fue y es voluntaria en las diferentes organizaciones, ayudando a los recién llegados, principalmente a las esposas de los soldados. Ahora quiero referirme a lo que sucedió después de la liberación femenina, creo que varios de los logros característicos de la mujer se han perdido o están en peligro. Por qué digo esto, simplemente porque hoy en día las mujeres pueden ser ministras o abogadas, policías, pueden trabajar en una estación de bomberos o enrolarse en la armada y salir al mar, son ingenieras, gerente en diferentes instituciones, estibadoras o conductoras de grúas, o pueden recorrer el mundo con una mochila a cuestas. En otras palabras, pueden escoger por sí solas lo que desean; su educación, las materias que van a estudiar y su profesión, si se casan o no, si van a tener hijos o no. Nunca en la historia se había abierto un mundo tan grande de oportunidades para la mujer, como actualmente lo estamos viviendo. Pero cuando me detengo a pensar en la ajetreada vida que llevan mis hijos, en su ansiedad de tenerlo todo y combinarlo todo- deportes, amigos, música, profesión y amor, me asaltan profundas dudas sobre el rumbo que ha tomado el proceso de liberación. No tienen un momento de quietud en sus vidas industriosas y llenas de objetivos. Y día tras día deben tomar decisiones nuevas. Uno de mis hijos hace poco se retiró de la policía por sus años de trabajo, pero porque le faltan años para colectar su seguro social, fue en busca de otro trabajo. Y, es así la vida agitada que ellos llevan hoy por hoy. En su mundo, ya nada se da por sentado. Hace algunos años, esta misma libertad de elección fue la fuerza impulsora de la segunda oleada del feminismo. Yo pertenecí al grupo de chicas que, a fines de los años 60, se sumaron a la lucha contra el papel preestablecido de la mujer, y contra la aceptación incuestionable de la tradición de orientarnos desde temprana edad al matrimonio y a la maternidad. Incluso desde niña me parecía injusto que a la mujer se le impusiera limitaciones a causa de su sexo femenino. Aunque, después de casada, decidí tomar por asalto el trabajo masculino del periodismo, igual que mi padre y mi hermano mayor, y lo conseguí. Como periodista he escrito incontables artículos sobre la liberación femenina, y los papeles cambiantes del hombre y la mujer. Algunos publicados, otros no… (este es uno de ellos, que estaba archivado) los demás, siguen en carpeta. Hoy en día me resulta fascinante comprobar que la situación de las mujeres de un tiempo para acá, con esta liberación ha cambiado radicalmente en todo el mundo. No obstante, el éxito del proceso de liberación también dio lugar a muchos comentarios críticos. Y, para terminar, les cuento, que desde un principio quise ponerles a mis hijos un buen ejemplo e intenté combinar con éxito mi trabajo, mi relación de pareja y la maternidad. Pero conozco el precio de este esfuerzo, la incesante necesidad de organizarse y correr todo el día, el estrés, y la oposición a la que hay que hacer frente. Con todos mis afanes que tuve, me brindaron muchos momentos de orgullo; momentos en los que sentí el triunfo de haber podido ser madre, ejecutiva y esposa. Aun así, poco a poco me he dado cuenta de que ejercer con éxito un trabajo, como nos lo pide el feminismo, no es la meta de toda mujer. Personalmente, ahora considero que “realización” es un concepto mejor que “liberación”...
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    7:21
  • Hijos caprichosos
    No es común que le den ganas a uno de regañar a hijos ajenos, pero hace poco estuve a punto de hacerlo en una zapatería, con una niña que me tenía con los nervios de punta. Les cuento. Había una señora con dos hijos; un bebé de escasos meses y una niña de ocho años, y esta le dijo a la mamá que quería un par de zapatos porque tenía la fiesta de su amiguita. Primero en tono exigente, luego llorando y gritando, a todo pulmón pedía sin parar ¡Mamá, quiero los zapatos! ¡Cómprame los zapatoooos! Gritaba. La madre estaba ocupada probándole los zapatos al bebé, le dijo dulcemente que esperara unos minutos que estaba ocupada con el hermanito. La chiquita seguía con su llanto hostigoso, hasta que a la madre se le crisparon los nervios y le pidió a la vendedora que le trajera los zapatos que la niña quería…. Yo, que estaba allí, también probándome unos zapatos, ya estaba con dolor de cabeza por los gritos y llanto de la niña; yo quería salir corriendo de la tienda por no escuchar a esta dichosa niña. Ceder a las demandas de un niño es el camino más fácil. Sin embargo, hacerlo constantemente puede dar pie a que el niño adquiera el hábito de pedir cada vez más cosas y a gritos. “La televisión y la publicidad inculcan el afán de consumo en los niños” y todos los juguetes o videojuegos que ven en la TV lo quieren. Yo creo que, desde un principio, y cuando tienen uso de razón hay que aclararle al niño que todo aquello que se les compra es resultado de una profunda deliberación. Dele una idea de las consideraciones económicas que intervienen, por ejemplo, la decisión de comprarle un videojuego o un celular. No obstante, cuando esté en posibilidad de comprarle algo imprevisto, no le dé el pretexto de que no tiene dinero. Si sus hijos ven a ustedes comprar sus caprichitos, ellos creerán con razón que también deberían ceder a los de ellos. Como ven esto no es fácil. Pero, pueden recordarles que la felicidad no radica en poseer muchas cosas, y que hay artículos de no buena calidad que no vale la pena comprar. Enseñarles estas distinciones los ayudará a ser consumidores sensatos y ahorradores disciplinados cuando sean mayores. Bueno, tampoco es que todo debe ser negativo. En el caso del niño, si le pide algo que es útil para él, dele la oportunidad de ganarse el dinero para que él lo compre. Dígale algo así como: “Hoy no puedo comprarte ese juego, pero te lo compraré después, si me ayudas a sacar la basura de hoy en adelante”. Esto le servirá de incentivo para desarrollar su iniciativa de ayudar y ganar su propio dinero. Hay muchas tareas dentro del hogar, que los niños pueden ayudar y ganarse su dinerito, como, por ejemplo: recoger la mesa después de la cena, dar de comer al gato, perro, regar las plantas y otros quehaceres sencillos. Los hijos mayores pueden hacer las camas, regar el jardín y clasificar la ropa que se va a lavar. etc. Tampoco usted crea que es su obligación mantener ocupados a los niños dentro de la casa. Ellos tienen que encontrar la manera y, como niños, de entretenerse con sus juguetes o también hacer las tareas de la escuela. No compre cosas a sus hijos cada vez que va a la tienda o al súper. Muchas veces esta práctica es consecuencia de un sentimiento de culpa. “Los padres que trabajan creen que porque no pueden pasar más tiempo con sus hijos tienen que compensarlos dándoles regalos constantemente, tal vez lo haga sentirse generoso, pero sus hijos pueden llegar a creer que tienen derecho a recibirlos y empiecen a exigírselos a cada rato, o con mayor frecuencia. Un niño que se sale con la suya cada vez que hace un berrinche con gritos y llanto, y si usted lo complace, aprende que puede conseguir lo que quiere comportándose de esta manera, como en el caso de la muchachita de los zapatos.
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    6:58
  • La envidia
    La envidia, aunque es un sentimiento bastante común, el que no llega a dominarla, puede ser altamente autodestructivo para quien sufre de este mal. La envidia es un sentimiento de deseo de algo que no se tiene. Cuando se generaliza, a la persona que tiene envidia se la suele llamar envidiosa. Algunos sentimientos opuestos a la envidia podrían ser conformidad o indiferencia. La Psicología, Filosofía y otras disciplinas han estudiado la envidia desde diferentes puntos de vista porque no tiene que ser del todo negativa si no provoca algunas reacciones como frustración, ansiedad o hacer mal. La envidia también puede ser un mecanismo de motivación para que una persona o una situación mejore; por ejemplo: cuando alguien siente envidia de una persona, puede ser envidia de la buena. Este sentimiento puede ayudar a la persona a mejorar y a esforzarse para alcanzar aquello que se quiere, que podrían ser muchas cosas. Sobre este «sentimiento» se habla poco y se sufre en mayor o menor grado de la vida. Se trata de un tipo de reacción que tienen la mayoría de los seres humanos, y de aquí, pueden surgir las mayores aberraciones tanto en sufrimiento personal como de proyección hacia los demás, claro, cuando la envidia no es del todo buena. Hablando de los niños, si este ha pasado por episodios de envidia hacia los juguetes de su amiguito, que los destruye porque él no los tiene, y nadie le ha corregido este sentimiento, crecerá frustrado y vacío. Será un adulto envidioso contaminado por el rencor de los éxitos de otras personas, por lo tanto, su vida será un verdadero tormento. Por culpa de la envidia y unido a otros factores, se han visto casos de llegar a hacer daño físico y mental, todo por destruir el entorno de prosperidad y armónico de una familia. En reuniones, es muy común y típico y, donde nunca falta un descontento y amargado, criticándolo todo, diciendo me da rabia ver a ese fulano o fulana, que se quiere robar la atención, es un payaso, no sé de qué se ríen, yo no veo la gracia etc., etc. No todo el mundo es sincero. También hay conocidos que te envidian, simplemente porque luces mejor que ellos. En fin, serían muchos los casos de mencionar. Esto sucede en todos los círculos sociales. En la vida de los artistas, ricos y famosos, aún más, en la de un ser común y corriente e hijos de vecino. Esto no es nada nuevo, se ve a cada rato. Todo por envidia. Aunque, y como ya dije anteriormente, no todo es negativo y malo. Existe lo que decimos “envidia de la buena», cuando elogiamos de corazón a alguien por sus capacidades y sus logros, o porque simplemente sientes admiración por esa persona. Esto no significa tener envidia, es saber valorar. No todo el mundo es envidioso. Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de sus sentimientos, no dejes que te amargue. Tampoco desarrolles confianza con estas personas de mala entraña. Intenta descubrir la envidia a tiempo, así te evitarás muchísimos problemas. Es difícil descubrir al envidioso, a veces se esconden a través de una apariencia amable, acogedora y simpática. Otras conductas son de excesivo respeto o admiración. El envidioso también se alegra de los fracasos ajenos, y sufre con los éxitos de otras personas desaprovechando así su energía, que no es capaz de alcanzar sus objetivos y buscar su propio bienestar. Por último, amigos, si tú te consideras envidioso y quieres salir de este estado, porque te sientes infeliz e incomprendido, trata de sentir el cariño de tus familiares, halla tu propia identidad, cuál es la prioridad en tu vida, valora tus cualidades, que alguna has de tener. No todo es malo en una persona. Y, si necesitas la ayuda de un psicólogo, ¿por qué no? Además, y sobre todo pide ayuda a Dios.
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    7:10

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Acerca de De todo un poco por Ali Landivar

Ali Landivar transforma sus experiencias personales en este podcast en donde nos brinda los consejos más atinados sobre el amor, problemas de pareja, relaciones familiares e interacción social.
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