¿Sabes esa sensación…?
La de un día de vacaciones de verano,
cuando te despiertas sin despertador,
en una casita rural rodeada de silencio,
y lo único que escuchas es el canto de los pájaros.
Sin prisa.
Sin horarios.
Solo tú, el cielo y el aroma del café recién hecho.
Esa calma al pasear entre árboles,
esa libertad que se siente al estar lejos del ruido,
del tráfico, del reloj.
Ojalá durara más, piensas.
Ojalá esta paz pudiera ser mi vida.
Y aquí estoy yo, para decirte que sí.
Que esa vida existe.
Que no tiene por qué ser solo vacaciones.
Estoy aquí para acompañarte a hacerla realidad.
A convertir esa calma en tu día a día.
A caminar juntas, poco a poco,
del ruido a las raíces.
Del asfalto…
a La Casita.