ESTABA DELANTE DE TODOS: EEUU PODRÍA TENER LA PUERTA PARA NO DEPENDER DE CHINA CON EL LITIO
En los últimos años, Estados Unidos ha realizado un descubrimiento que podría cambiar las reglas del juego energético mundial: enormes cantidades de litio disuelto en el agua residual que generan los pozos de fracking, sobre todo en la formación Marcellus de Pensilvania y en otras cuencas como Smackover en Arkansas y Texas. Este litio no proviene de minas tradicionales ni de salares, sino del agua que se extrae junto con el gas natural y el crudo durante la fracturación hidráulica. Esa agua, que hasta ahora era un residuo caro y problemático de tratar, contiene concentraciones tan altas de litio que, con las tecnologías actuales de extracción directa (DLE), se puede recuperar de forma rentable y con elevada pureza.Varias empresas y laboratorios han demostrado que es posible obtener carbonato o hidróxido de litio de grado batería directamente de estos fluidos, con tasas de recuperación cercanas al 90 %. Lo más importante es que el volumen potencial es gigantesco: solo la formación Marcellus podría suministrar entre el 30 % y el 40 % de la demanda actual de litio de Estados Unidos si se explotara a gran escala.Esto tiene implicaciones geopolíticas profundas. Hoy China controla más del 60 % de la producción mundial de litio refinado y casi el 80 % del procesamiento de baterías. Estados Unidos, en cambio, produce menos del 1 % del litio que consume. Con este nuevo recurso doméstico, el país podría reducir drásticamente su dependencia del exterior en pocos años, asegurando el suministro para su industria de vehículos eléctricos, almacenamiento estacionario y defensa.Además, al reutilizar un subproducto del fracking, se transforma un pasivo ambiental en un activo estratégico, se abaratan los costos de disposición de aguas residuales y se genera un nuevo flujo de ingresos para una industria del petróleo y gas que busca reinventarse ante la transición energética.En resumen, lo que hace una década parecía imposible —encontrar una fuente masiva y económica de litio dentro de sus propias fronteras— hoy es una realidad técnica y comercial en marcha. Si se desarrolla a gran escala, Estados Unidos podría dejar de ser rehén del suministro chino y convertirse en uno de los principales productores mundiales de este metal clave para el siglo XXI. El futuro de las baterías, y con ello el de la movilidad eléctrica y las renovables, podría estar saliendo de los mismos pozos que hoy extraen gas de esquisto.