Julio Iglesias me suscita una curiosidad cercana al cero absoluto. El tío me deja frío, vaya. Era así cuando, siendo niño yo, mi madre ponía en bucle sus cintas en un radio cassette que yo recuerdo enorme y gris. Y lo sigue siendo hoy.
Creo no haber escuchado nunca por petición propia una canción de Julio. ¿Para qué buscar un disco suyo, si hubo un tiempo en el que el producto español más exportable -o sea, Él, con mayúsculas- rozó el don no de la bilocación, sino el de la ubicuidad?
Cómo no presumir, enorgullecerse y alegrarse de los éxitos de un compatriota. Y de un compatriota simpatiquísimo, como Julio. Lo que no quita para que el personaje no me resulte de ningún interés. Como si le importara.
Quien sí suscita toda mi curiosidad, desde la primera línea que le leí, hace veinte años, hasta hoy y para siempre es Ignacio Peyró. No me importa si escribe de pompas y circunstancias, últimas cenas, aires ingleses, asentamientos de cabeza, vistas desde aquí o las andanzas e industrias del español que enamoró al mundo.
Entrevista conducida por Gonzalo Altozano.
Sonido: César García.
Diseño: Estudio OdZ.
Contacto:
[email protected]
Twitter: @GonzaloAltozano
iVoox, Apple, Spotify.