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Cuentos con moraleja

Borja Girón
Cuentos con moraleja
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  • Semillas con Alas: El Jardín Emprendedor de Lila
    Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”. El Podcast en el que te traigo cuentos cortos para que los niños aprendan sobre finanzas, ventas, desarrollo personal, marketing y emprendimiento. Debes poner mucha atención para aprender todo lo posible y poner en práctica lo aprendido hoy mismo.Hoy te traigo el cuento de… La Tienda de Semillas del Colibrí Lila¿Estás preparado? ¿Estás preparada?¡Comenzamos!En un jardín lleno de flores, vivía Lila, un colibrí curioso que volaba rápido pero pensaba despacio. Le encantaban las flores, sí, pero todavía más le gustaba ver a otros pájaros sonreír. Un día, tuvo una idea: abriría una tienda de semillas especiales para que cada nido tuviera su mini jardín.Puso una mesa bajo una buganvilla y, con la ayuda del Caracol Paco, pintó un cartel: “Semillas Ligeras de Lila: planta, riega y sonríe”. Debajo, una promesa clara: “Si no germinan, te devuelvo tus euros o te doy un nuevo paquete. Garantía Alas Tranquilas”.Su abuela, la Colibrí Duna, le regaló cuatro tarros de cristal:- Gastos: para sobres, cuerda, etiquetas y tierra.- Ahorro: para su sueño de comprar una regadera con boquilla fina.- Inversión: para comprar más variedades de semillas y mejorar los sobres.- Compartir: para regalar semillas a quien las necesitara.Lila calculó con calma. Sumó los costes en una hoja de hoja verde (porque a los colibríes les gusta hacer listas en hojas de verdad):—Si el sobre, la cuerda, la etiqueta y la tierra cuestan cuatro euros, y necesito dos euros para reinvertir, cobrando ocho euros ganamos todos —susurró.Llegó el primer cliente, la Tortuga Teo.—Me encantan las flores, pero a veces me salen mal —dijo con timidez.—Te entiendo —respondió Lila—. Tengo un “pack de cata”: tres bolsitas con pocas semillas. Las pruebas, me dices cuál te gusta y te descuento lo que valga si luego compras el paquete grande. Y si algo falla, tienes mi garantía.Teo probó y eligió las campanillas azules. Se fue moviendo lento, pero contento.Después llegó Mono Miki, siempre con prisa.—No tengo tiempo para leer instrucciones.—Perfecto —dijo Lila—. Este es el “Kit Rápido”: semillas, una tarjeta con dibujos paso a paso y un palo que cambia de color cuando la tierra está lista para regar. Plantas en diez minutos, sin palabras complicadas.—Me lo llevo —contestó Miki—. Y prometo regar.El Búho Orión, que enseña por las noches, se detuvo a mirar los precios.—Lila, ¿por qué tus semillas son un poco más caras que otras?Lila respiró y explicó con calma:—Recojo al amanecer para que las semillas estén frescas, las limpio y las clasifico a mano. No mezclo variedades y doy garantía real. Si no germinan, te devuelvo tus euros o te cambio el paquete. Además, por cada tres paquetes, regalo uno a la escuela del bosque. Eso también está incluido en el precio.Para atraer curiosos, Lila inventó el “Minuto Pétalo”: a cierta hora sonaba una campanita de viento y, durante un minuto, la segunda bolsita costaba la mitad. Los colibríes se quedaban volando cerca para no perdérselo. Era divertido y breve, como un guiño.No todo fue perfecto. Un lote de semillas de girasol no brotó. Lila revisó y descubrió que el saco venía con humedad.—Esto es culpa mía por no comprobarlo —dijo en voz alta.Llamó a los clientes, uno por uno. Les ofreció cambio o devolución de euros, y entregó una tarjeta que decía: “Gracias por tu paciencia. Aprendimos y corregimos.” Convirtió un error en confianza.Para premiar a los que volvían, creó el “Pasaporte Pétalo”: cinco sellos y, al final, un sobre sorpresa. También dibujó un mapa de macetas en una pizarra para que cada cliente marcara con una pegatina dónde había plantado. Ver el mapa lleno daba ganas de plantar más.Cierta tarde llovió mucho y nadie salió. Lila, que no se rinde, activó el servicio “Ala a Casa”: entregas a domicilio con paraguas. En dos horas, repartió semillas a los nidos más cercanos. Aprendió que, si el cliente no vuela hasta ti, tú puedes volar hasta el cliente.Se sumó la Mariquita Mara con su arte. Decoraba los sobres con puntitos de colores y escribía el nombre del comprador a mano. El producto era el mismo, pero se sentía especial. Juntas crearon el “Combo Arcoíris”: semillas más sobre personalizado. Compartían las ganancias con una sonrisa.Cuando por fin el tarro de Ahorro se llenó, Lila compró la regadera con boquilla fina. Regaba mejor, desperdiciaba menos agua y las flores lo agradecían. La inversión correcta ahorra tiempo y multiplica sonrisas.Al caer la tarde, Lila colgó un letrero honesto:—Quedan pocas semillas de lavanda. Mañana habrá más. Prioridad para quienes tengan pasaporte sellado.No era trampa, era verdad. La escasez bien contada enseña a organizarse y a respetar el trabajo.Antes de cerrar, Lila escribió una pequeña moraleja en la pizarra:“Promesa clara, precio explicado, garantía valiente, ayuda sincera. Así florece un negocio y también un jardín.”Y el jardín, poco a poco, se llenó de colores, de abejas felices y de pájaros agradecidos que aprendieron que vender no es gritar, es cuidar.¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento? Si te ha gustado este cuento, compártelo y deja 5 estrellas. No te olvides de suscribirte para no perderte la próxima aventura. Te espero mañana con un nuevo cuento con moraleja. Un fuerte abrazo. Te quiero.Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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    7:04
  • Miel Honesta: Una Dulce Lección de Emprendimiento
    Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”. El Podcast en el que te traigo cuentos cortos para que los niños aprendan sobre finanzas, ventas, desarrollo personal, marketing y emprendimiento. Debes poner mucha atención para aprender todo lo posible y poner en práctica lo aprendido hoy mismo.Hoy te traigo el cuento de… El Mercado de la Miel Honesta¿Estás preparado? ¿Estás preparada?¡Comenzamos!En el corazón del bosque vivía Osa Mielera, una emprendedora dulce y valiente. Un día reunió a sus amigos en un claro: Zorro Astuto, que sabía de marcas y palabras; Castor Manitas, experto en construir; Búho Contable, que amaba los números; y Ardilla Chispa, que vendía sin miedo.—Quiero abrir un puesto —dijo Osa—. No cualquier puesto. Uno que venda la miel más honesta del bosque: rica, justa y con promesa.Zorro se frotó las patas.—Nombre claro, promesa fuerte. Se llamará “Miel Honesta” y diremos: “Si no te encanta, te devolvemos tu dinero sin preguntas.”Castor levantó una pequeña caseta de madera con techo de hojas. Ardilla colgó un cartel hermoso: Miel Honesta. Debajo, en letras sencillas: “Origen: flores del prado claro. Cosechada al amanecer. Garantía de sonrisa.”Búho Contable sacó una libreta.—Antes de vender, contemos. Tarros, etiquetas, tapas, tiempo de recolección, transporte. Sumamos y añadimos un margen justo para crecer. Ningún precio al azar.Decidieron tres tamaños: Pequeño para probar, Mediano para el día a día y Grande para familias. Y Búho apuntó el precio en euros con calma, sin símbolos raros, para que todos lo entendieran.El primer día, Tortuga Paciente se acercó lentamente.—Me gusta la miel, pero a veces me resulta muy dulce —dijo.Ardilla sonrió.—Tenemos un “pack de cata”: tres cucharitas distintas. Tú eliges tu favorita y te descontamos ese precio si compras un tarro. Si no te gusta ninguna, te devolvemos los euros. Palabra de Miel Honesta.Tortuga probó, asintió y eligió la miel de flores amarillas.—Está perfecta para el té de la tarde —susurró.Zorro preparó el “Muro de Sonrisas”: una tabla con fotos de clientes sosteniendo su tarro y una frase breve: “Esta miel me recuerda a la primavera.”El bosque empezó a correr la voz. Llegó Liebre Velocidad, que todo lo hace deprisa.—Solo tengo unos minutos. ¿Qué me llevo?—Tenemos “Lista Rápida” —dijo Ardilla—. Miel Mediana, recogida hoy, con receta de limonada. Pagas aquí, recoges aquí. Un minuto real.Liebre sonrió, compró y se fue saltando. Contenido útil, venta fácil.No todo fue perfecto. En la segunda tarde, apareció Erizo Dudo con cara seria.—Mi tarro tenía una burbujita dentro. Me preocupé.Osa no se escondió:—Gracias por decirlo. Te cambio el tarro ahora mismo, y te explico: la burbujita aparece cuando la miel abraza aire. No afecta al sabor ni a la calidad. Lo apuntaremos en una tarjeta para todos: “Cosas normales de la miel honesta.”Erizo se fue feliz… y volvió al día siguiente con dos amigos.Castor propuso algo más:—Hagamos un Pasaporte de Miel: cinco sellos por compra. Al quinto sello, regalo de una mini miel para que pruebes un sabor nuevo.Zorro añadió:—Y una fecha especial. Cada primer domingo, “Desayuno del Bosque”. Damos una clase breve: cómo distinguir miel verdadera y cómo usarla en recetas fáciles. La educación también vende, y todos aprenden.Búho Contable, con su voz serena, organizó tres tarros para las ganancias:—Gastos para reponer material.—Ahorro para comprar un colmenar móvil, que nos hará más eficientes.—Generosidad para donar miel a quien la necesite cuando esté enfermo.Una tarde de viento, casi nadie pasó. Ardilla no se rindió.—Si el cliente no viene, vamos nosotras. Servicio a domicilio: “Miel al Nido”. Repartimos a las casas del bosque en la última hora del día.Pegaron un pequeño aviso… y sonaron tres pedidos. Velocidad con cariño.Zorro, que nunca deja de pensar, propuso un rito:—Nace el “Sello Flor Dorada”: una estrellita en la etiqueta que indica “cosecha excelente”. Criterios claros: sabor, aroma y trazabilidad. Si tu tarro tiene la Flor Dorada, conoces el día de recolección y el prado exacto. Transparencia que se ve.Una mañana, Zorra Pequeña preguntó:—¿Por qué vuestra miel vale más que otras?Ardilla respiró y explicó sin prisa:—Pagamos justo a las abejas… y a quienes cuidan el prado. Recolectamos al amanecer para no estresar a la colmena. Filtramos sin calentar para conservar el polen. Y si no te encanta, te devolvemos los euros. Este valor se nota en tu paladar y en tu salud.Zorra Pequeña sonrió y dijo:—Así sí se entiende el precio.A mitad de temporada llegó un problema grande. Una parte del prado se secó por falta de lluvia. La cosecha bajó. Osa reunió a todos.—Vamos a ser honestos. Menos stock, misma calidad.Zorro redactó un comunicado:—“Escasez honesta: habrá menos tarros esta semana. Prioridad para clientes con Pasaporte de Miel. Abrimos lista de espera. Gracias por sostener la calidad con nosotros.”Lejos de enfadarse, el bosque aplaudió. Escasez comunicada con verdad crea confianza, no frustración.Para cerrar el mes, celebraron el “Día de la Colmena Abierta”. Los animales vieron el trabajo de cerca: flores, abejas, paciencia. Búho enseñó los números básicos:—Esto cuesta producir, esto es margen, de aquí invertimos, de aquí donamos. Así cuidamos el proyecto para que dure.Aprendieron que las cuentas claras son otro tipo de cariño.Cuando juntaron suficiente ahorro, compraron el colmenar móvil. La etiqueta lo contó:—“Nueva inversión: más flores, más equilibrio, misma promesa.”El resultado fue mágico: más productividad e igual ternura.Cierta tarde apareció Lobo Crítico, que nunca compra y siempre opina.—He visto miel más barata en la ciudad.Osa sonrió con calma.—Puede ser. Si necesitas barato, te lo digo con cariño: no somos tu mejor opción. Si quieres sabor, trazabilidad, garantía y cuidado del bosque, aquí estamos. Decir no también es proteger nuestro sí.Lobo se encogió de hombros… y se llevó un tarro para probar.Al caer la noche, Osa miró el puesto, el Muro de Sonrisas, la lista de espera y los tarros de cuentas. Sintió orgullo. No por vender mucho, sino por vender con verdad.Moraleja:- Un buen negocio empieza con una promesa clara y una garantía valiente.- Explicar costes y valor en palabras sencillas hace que el precio se entienda.- La escasez, cuando es honesta, genera respeto y no enfado.- Educar a tus clientes es marketing con corazón: enseña y venderás mejor.- Si el cliente no llega, sal a su encuentro; servicio a domicilio, mensajes claros y simplicidad.- Ahorra, invierte y comparte. Las tres cosas sostienen los sueños a largo plazo.- Decir no a lo que no encaja protege la calidad y tu paz.Acción para hoy:Piensa en algo que te gustaría vender o compartir. Escribe tu promesa en una frase sencilla. Define tu garantía. Calcula tus gastos básicos y el precio justo en euros. Y crea un pequeño “pasaporte” para premiar a quien confía en ti más de una vez.¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento? Si te ha gustado este cuento, compártelo y deja 5 estrellas. No te olvides de suscribirte para no perderte la próxima aventura. Te espero mañana con un nuevo cuento con moraleja. Un fuerte abrazo. Te quiero.Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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    9:54
  • Sueños que Despegan: El Club de los Juguetes Viajeros
    Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”. El Podcast en el que te traigo cuentos cortos para que los niños aprendan sobre finanzas, ventas, desarrollo personal, marketing y emprendimiento. Debes poner mucha atención para aprender todo lo posible y poner en práctica lo aprendido hoy mismo.Hoy te traigo el cuento de… El Club de los Juguetes Viajeros¿Estás preparado? ¿Estás preparada?¡Comenzamos!Nico quería un dron que brillaba en la oscuridad. Costaba muchas monedas, más de las que tenía en su hucha. Su mamá le dijo:—Si lo deseas de verdad, piensa como un emprendedor: ayuda a otros y deja que lo que ganas te acerque a tu sueño.Nico miró su estantería. Tenía juguetes casi nuevos: rompecabezas, coches, un tren, un juego de construcción. Entonces tuvo una idea:—Si yo ya jugué con estos, ¿por qué no prestarles una aventura?Con cartón y rotuladores, creó un letrero:“El Club de los Juguetes Viajeros: no compres más, deja que el juego venga a ti.”Debajo, escribió su promesa:“Garantía Sonrisa: si no te gusta, cámbialo en 24 horas.”Para cuidar los números, preparó tres tarros:- Mantenimiento: para limpiar, pilas y piezas.- Ahorro-Dron: para su sueño.- Sorpresa: para regalos y días especiales.Hizo un catálogo con fotos y nombres divertidos:—“El Tren Trueno”, “La Grúa Fortachona”, “Los Cubos Alpinos”.Añadió una ficha a cada juguete con reglas sencillas: “Trátame bien, devuélveme a tiempo, cuéntame tu aventura.”Luego pensó en sus planes, como si fueran entradas a un parque:- Plan Semilla: 1 juguete por semana, 2 monedas.- Plan Bosque: 2 juguetes por semana, 3 monedas.- Plan Familia: 3 juguetes por semana, 4 monedas.Incluía un día de prueba gratis para que nadie se quedara con dudas.El primer sábado, Nico montó su mesa en el portal con una campanita y un mantel azul. Apenas llegó alguien. Se puso nervioso. Miró el letrero, respiró y recordó:—Vender es ayudar —se dijo—. Voy a explicar el porqué.Cuando pasó Lucía, con su hermano pequeño, Nico habló con calma:—A veces compramos juguetes que usamos unos días y luego se quedan dormidos. Aquí pueden viajar de casa en casa, y todos ganamos: tú ahorras, yo ahorro para mi dron, y los juguetes viven mil historias.Les enseñó el “Pasaporte Viajero”, una tarjeta con cinco casillas. A la quinta aventura, una sorpresa.Lucía eligió “Los Cubos Alpinos”. El hermano se llevó “La Grúa Fortachona”. Se fueron contentos. Nico anotó el préstamo en su cuaderno y separó monedas: una para Mantenimiento, otra para Ahorro-Dron, y una parte chiquita para Sorpresa.La voz corrió por el edificio. Llegó Tomás con un rompecabezas sin pieza. Nico revisó la caja.—No te preocupes. Si se pierde algo, activamos la “Caja de Piezas Perdidas”. Si no aparece, lo reparo con una nueva que haré de cartón duro y la pintaré.Tomás sonrió. La solución, más que perfecta, fue honesta. Eso también es valor.No todo fue fácil. A media mañana, dos juguetes regresaron con ruedas flojas. Nico no regañó. Sacó su “Kit de Reparación”: destornillador, pegamento, trapitos. Arregló, limpió y anotó:—Revisión hecha. Próximo viaje con chequeo gratis.Una mamá le preguntó:—¿Cómo aseguras que vuelvan bien?—Con tres cosas —explicó Nico—: un depósito pequeñito que devuelvo al traer el juguete cuidado, un recordatorio por la tarde y un premio de “Viajero Perfecto” cuando llega impecable.La mamá asintió. Orden y cariño funcionan.Para atraer a más niños, creó el “Minuto Cofre”: cada hora, al sonar la campanita, abría una caja y mostraba un juguete sorpresa. Los tres primeros que estuvieran allí podían reservarlo sin pagar extra. Emoción y juego… y la fila creció.También pensó en colaboración. Invitó a su amiga Alma, que amaba leer, a sumarse con “Cuentos de Viaje”: por 1 moneda extra, el juguete traía un cuento corto escrito por ella. “La Grúa y el Puente Valiente”. “El Tren que Saludaba a la Luna.” Los niños no solo jugaban, también leían. Las historias hacían que todo valiera un poquito más.Un día, Lucía volvió con cara triste.—Se rompió una cuerda del tren.Nico la escuchó, respiró y dijo:—Gracias por contarlo. Activamos Garantía Sonrisa: te cambio el tren por el “Cohete Saltarín” y arreglo la cuerda. Además, te doy un sello extra en tu pasaporte por cuidar y avisar.Lucía abrazó el cohete. La confianza viajó más rápido que cualquier juguete.Los planes se llenaron, y con eso llegó un problema nuevo: la lista de espera. Nico, en lugar de aceptar a todos, fijó un límite:—Solo diez familias por semana. Quiero calidad, no caos.Puso un cartel: “Cupo completo. Abro 5 lugares el jueves a las 5.” La gente llegó a la hora, y el Club se volvió ordenado y especial.Nico aprendió a medir lo importante. En una pizarra apuntaba:- Juguetes viajeros hoy: 12.- Devoluciones a tiempo: 11.- Reparaciones: 1.- Sonrisas registradas: muchas.También pidió opiniones:—¿Qué mejorarías?Alguien sugirió bolsitas con etiquetas de colores para no perder piezas. Otro pidió “kits de pilas”. Nico lo hizo y subió un poquito el precio, explicando el porqué. Todos lo entendieron: valor explicado, valor aceptado.Llegó la lluvia. Casi nadie bajó. Nico no se rindió. Escribió en papelitos:“Entrega paraguas: llevamos y recogemos en tu puerta.” Hizo cinco entregas ese día. Aprendió otra regla: si el cliente no viene, ve tú.Poco a poco, el tarro de Ahorro-Dron se llenó. Cuando por fin alcanzó, Nico fue a la tienda con su mamá. Miró el dron, recordó todas las manos que habían ayudado, y dijo:—Quiero comprarlo… y también tres baterías extra para el Club. El dron volará los sábados por la tarde en la plaza. Turnos de tres minutos para todos los socios.Su mamá sonrió. Generosidad con plan. Marketing con corazón.El primer vuelo fue mágico. El dron dibujó un círculo, hizo una vuelta y saludó con las luces. Nico pegó en la pizarra:—Meta cumplida. El Club sigue. Próximo objetivo: una caja grande para guardar “Piezas Perdidas” y un estante nuevo.Esa noche, cuando contó las monedas, separó como siempre:- Mantenimiento, para que los juguetes vivan más aventuras.- Ahorro, para la próxima meta.- Sorpresa, para un “Día Gratuito” a fin de mes.Y añadió un nuevo tarro pequeñito: “Aprendizajes”. Dentro, papelitos con lo que había descubierto:“Escuchar primero vende mejor.”“Las reglas claras hacen amigos largos.”“Decir no a más clientes hoy es decir sí a calidad mañana.”Moraleja:- No siempre necesitas comprar más; a veces necesitas compartir mejor.- Un buen negocio tiene promesa clara, reglas simples y una garantía honesta.- El precio se entiende cuando explicas el valor: limpieza, pilas, historias y cuidado.- Medir y mejorar te hace crecer sin perder el orden.- Colaborar convierte un club pequeño en una aventura grande.- Ahorrar, invertir y sorprender crean clientes felices… y metas cumplidas.¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento? Si te ha gustado este cuento, compártelo y deja 5 estrellas. No te olvides de suscribirte para no perderte la próxima aventura. Te espero mañana con un nuevo cuento con moraleja. Un fuerte abrazo. Te quiero.Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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    10:49
  • 31: La ardilla Bruno y la piedra de los impulsos
    “La ardilla Bruno y la piedra de los impulsos” En el corazón del Bosque Tranquilo vivía una ardilla llamada Bruno. Era veloz, simpático… pero también tenía un pequeño problema: cuando algo no le gustaba, se enfadaba tan rápido como un rayo. Si alguien le quitaba una bellota, gritaba. Si alguien no quería jugar con él, daba un pisotón y se iba.Un día, mientras jugaba con sus amigos en el claro, Bruno encontró una piedra brillante entre las hojas. La cogió con emoción y exclamó: —¡Es mía! ¡La encontré yo! —¡Pero Bruno! —dijo Lila la tortuga—, la piedra es tan bonita, ¿podemos jugar todos con ella? —¡NO! ¡Es mía! —gritó Bruno, abrazándola como si fuera un tesoro. Entonces, sin avisar, su amigo el conejo Nico le quitó la piedra y salió corriendo riendo. Bruno sintió cómo su cara se ponía roja. Su corazón latía fuerte. Sus patas temblaban. Y justo cuando iba a gritar y lanzarse detrás de Nico… recordó algo que le había enseñado su abuela. “Cuando sientas que vas a explotar como un globo… para, respira, y piensa: ¿qué haría un líder del bosque?”Bruno cerró los ojos. Respiró una vez…Dos veces…Y luego dijo con voz firme, sin gritar: —¡Nico! No me gusta que me quiten las cosas. Me he enfadado, pero no quiero pelearme contigo. Voy a jugar a otra cosa. Cuando termines, si quieres, la compartimos. Nico se detuvo. Se dio la vuelta sorprendido.—¿No me vas a gritar? Bruno negó con la cabeza.—Ya no quiero dejar que mis impulsos decidan por mí. Yo elijo cómo actuar. Nico se acercó y le devolvió la piedra.—Lo siento. La próxima vez te pregunto. ¿Jugamos juntos? Bruno sonrió.—¡Vale! Pero esta vez, con turnos. Desde aquel día, cada vez que algún animal del bosque sentía que iba a explotar, recordaban lo que hizo Bruno: respirar, pensar, hablar con calma… y elegir su reacción.Y así, en el Bosque Tranquilo, aprendieron que ser fuerte no es gritar ni pegar, sino decidir cómo actuar cuando todo dentro de ti quiere explotar. COMENTARIOS: Este audio presenta un cuento infantil sobre una ardilla llamada Bruno que tiene dificultades para controlar su ira. La historia narra un incidente en el que Bruno se enfada al encontrar una piedra y negarse a compartirla con sus amigos. Cuando otro animal le quita la piedra, Bruno recuerda las enseñanzas de su abuela sobre cómo controlar los impulsos. Al aplicar estos consejos de pausar, respirar y pensar antes de reaccionar, Bruno logra gestionar su enfado de manera constructiva y resolver el conflicto pacíficamente. La narración concluye destacando cómo este aprendizaje se extiende a otros animales del bosque, promoviendo la autorregulación emocional como una forma de fortaleza.Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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    6:28
  • 30: El cuento del no tengo tiempo
    Bienvenido al Podcast “Cuentos con moraleja”.El Podcast en el que te traigo cuentos cortos para que los niños aprendan sobre finanzas, ventas, desarrollo personal, marketing y emprendimiento. Debes poner mucha atención para aprender todo lo posible y poner en práctica lo aprendido hoy mismo.Hoy te traigo el cuento de…¿Estás preparado? ¿Estás preparada?¡Comenzamos!Había una vez un animado bosque donde vivían muchos animales. Entre ellos, estaba Peter, el conejo, un animal muy trabajador pero siempre preocupado por no tener suficiente tiempo para hacer todo lo que quería.Un día, mientras Peter corría de un lado a otro, se encontró con Sammy, la ardilla, quien parecía estar muy relajada. Peter le preguntó: "Sammy, ¿cómo haces para estar siempre tan tranquila y hacer todo lo que necesitas hacer?"Sammy sonrió y le dijo: "Peter, la clave está en la gestión del tiempo y la productividad. Cuando tengo muchas cosas que hacer, hago una lista de tareas y las organizo en orden de importancia. Luego, me concentro en una tarea a la vez".Peter escuchó con atención y decidió probarlo. Esa misma tarde, hizo una lista de las cosas que necesitaba hacer: recolectar zanahorias, cuidar su madriguera y visitar a sus amigos. Priorizó la recolección de zanahorias, ya que era lo más importante para su comida.Mientras recolectaba zanahorias, Peter no se preocupó por las otras tareas. En lugar de eso, se enfocó en llenar su canasta de zanahorias de manera eficiente. Cuando terminó, se sintió satisfecho y con más tiempo.Luego, se dirigió a cuidar su madriguera y visitar a sus amigos, pero ahora se sentía menos estresado y más organizado. Sammy tenía razón: la gestión del tiempo y la productividad hacían que las cosas fueran mucho más fáciles.Con el tiempo, Peter siguió practicando la gestión del tiempo y la productividad. Aprendió a dividir sus tareas en partes más pequeñas y a concentrarse en una cosa a la vez. Descubrió que tenía más tiempo para jugar con sus amigos y hacer las cosas que disfrutaba.Así que, en el bosque, Peter el conejo aprendió una valiosa lección sobre la productividad y la gestión del tiempo. Descubrió que con un enfoque adecuado, podía hacer más en menos tiempo y disfrutar más de su vida en el hermoso bosque junto a sus amigos.¿Qué otros aprendizajes puedes sacar tú de este cuento?Por cierto, este cuento para niños ha sido generado por la inteligencia artificial de chatGPT. Si te ha gustado este cuento, compártelo y deja 5 estrellas. No te olvides de suscribirte para no perderte el próximo cuento. Soy Borja Girón. Un fuerte abrazo. Te quiero.Conviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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Cuentos cortos para niños con moraleja para inspirar a tus hijos y que aprendan sobre emprendimiento, finanzas, marketing, desarrollo personal, superación personal, hábitos...Incluyo un pequeño análisis con algunos aprendizajes y moralejas de cada cuento.Basados en los aprendizajes de los grandes libros para emprendedores.Descubre y escucha todos mis podcasts para aprender cada día:• Grandes aprendizajes• Productividad Máxima• El podcast de Instagram• Marketing Digital• SEO para Google• Triunfa con tu blog• Marketing Digital para podcast• Los últimos días• Cuentos con moraleja• Mastermind Emprendedores Digitales• Inteligencia Artificial para Emprender• Noticias marketing• Meditación Guiada con Borja GirónConviértete en un seguidor de este podcast: https://www.spreaker.com/podcast/cuentos-con-moraleja--5722699/support.
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