Es más interesante informativamente la precariedad de este Gobierno que la llegada de uno nuevo con una mayoría parlamentaria sólida y cohesionada. En primer lugar, la mayoría del Congreso es de centro derecha mientras que Sánchez lidera un ejecutivo de izquierda radical que es más propio de Iberoamérica que de la Unión Europea. El carácter socialista comunista más los disparates pijoprogres del inquilino de La Moncloa explican que haya conseguido situarse en la marginalidad dentro de la política internacional. Su irrelevancia es tan patente que ni siquiera la prensa del régimen es capaz de trasladar lo contrario
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Feijóo toma la iniciativa
La propagada sanchista se basa en el carácter providencial de su líder carismático mientras que la oposición no sabe hacer otra cosa que oponerse. En cualquier otro país de nuestro entorno, esa basura ideológica provocaría un auténtico escándalo y los medios de comunicación no la reproducirían. Por supuesto, no aceptarían que los presupuestos pagaran las vacaciones del presidente del Gobierno. Este gratis total es otra anomalía española, aunque no hemos llegado a la cleptocracia masiva de la izquierda populista iberoamericana a la que está estrechamente vinculado Sánchez. Feijóo presentó ayer un plan contra los incendios con 50 medidas, ya que el Gobierno ha fallado.
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La inquietante continuidad de Conde-Pumpido
Es evidente que Sánchez no quiere la renovación de los cuatro magistrados que nombra el Senado y que concluyen su mandato. La razón es que uno es el polémico Conde-Pumpido que ha prestado grandes servicios al sanchismo y que todavía puede seguir haciéndolo. El PP cuenta con una mayoría abrumadora, pero insuficiente para nombrar, como haría Sánchez en su lugar, a los cuatro magistrados y, por tanto, tiene que negociar con el PSOE. Otra opción es esperar a las autonómicas en las que se podría ampliar esa mayoría hasta no necesitar el concurso socialista. Es cierto que desalojar a Conde-Pumpido y sus mariachis sería un gran servicio al Estado de Derecho. Hay que acabar con la politización y el sectarismo que ha impuesto en el Constitucional. El problema es que esta sangrante realidad se mantendrá, porque seguirá existiendo una mayoría sanchista, hay que aclarar que no es socialista, que pondrá un presidente que sea del agrado del inquilino de La Moncloa. Por supuesto, el PP ni puede ni debe aceptar un reparto de dos magistrados cada uno, porque no se corresponde a la realidad del Senado.
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El sanchismo prepara un septiembre caliente
La historia del socialismo en España nos muestra, salvo alguna excepción, que es capaz de cualquier cosa con tal de alcanzar o mantenerse en el poder. Es cierto que nunca se había llegado al extremo actual, porque han desaparecido cualquier tipo de contrapesos dentro del partido. El poder de Sánchez es omnímodo y ha conseguido configurar una casta de profesionales de la política que no tienen otra alternativa, salvo excepciones, que establecer una ciega fidelidad al líder. Virginia Barcones es un ejemplo clarificador de los mercenarios que configuran el sanchismo como los Lópeces, Conde-Pumpido y sus Mariachis, Marlaska, los lobistas como Pepe Blanco, José Miguel Contreras y Javier Curtichs y tantos otros que han abandonado el socialismo para sumarse a esta evolución que copia miméticamente a la izquierda populista y radical iberoamericana. Estamos ante un auténtico ejército de fieles que ha colonizado la Administración para ponerla al servicio del inquilino de La Moncloa. Las subsecretarías, secretarías generales, direcciones generales y las empresas públicas y participadas se han llenado de estómagos agradecidos, como Barcones, que son recompensados con cargos, sueldos y privilegios que no tendrían si no hubieran sido colocados en el sector público. Nada que ver con lo que había sucedido en anteriores gobiernos de UCD, PP y PSOE.