La Biblia muestra que llorar no es pecado: es parte de ser humanos y Dios recibe nuestras lágrimas. Pero también nos advierte que, si dejamos que ellas nos opaquen, podemos perder de vista la fe, la esperanza y las promesas de Dios.
David lo expresó en un salmo: “Las lágrimas me nublan la vista”. El enemigo quiere usar ese dolor para hacernos creer que Dios no está, que no hay final, que estamos solos o que nada bueno saldrá de lo vivido. Pero la verdad es otra: Dios está cerca, hay un propósito en medio de la prueba y nuestras lágrimas nunca son ignoradas por Él.
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Seducción - Christy Corson
A partir de pasajes como Mateo 5:27-28 y Proverbios 7, se explica que la seducción no comienza con un acto físico, sino con intenciones, miradas y pensamientos que buscan llamar la atención y provocar una respuesta en otros. Se advierte que estas conductas pueden abrir la puerta a ataduras emocionales y espirituales, y se llama a reconocer la responsabilidad personal en las decisiones, en lugar de culpar solo a las circunstancias o a otras personas. También se resalta la importancia de los padres en formar a sus hijos en valores y establecer límites saludables en lo que consumen y publican. El mensaje invita a examinar las motivaciones del corazón, a cuidar lo que entra por los ojos y oídos (Mateo 6:22-23) y a tomar decisiones conscientes para alejarse de aquello que puede desviar de la voluntad de Dios. Finalmente, se recuerda que el perdón está disponible en Cristo, pero con el llamado a caminar en integridad y no volver a caer en los mismos patrones.
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Silenciando las voces en mi mente - Andrés Corson
Las tentaciones de Jesús no fueron solo físicas, sino pensamientos que buscaban desviarlo de su misión (Lucas 4:13). De igual manera, el enemigo siembra ideas para apartarnos del propósito de Dios.
Las voces internas pueden ser miedos, celos, resentimientos, deseos de venganza o pensamientos destructivos que intentan alejarnos de Dios (Mateo 13:15).
Incluso personas cercanas, como Pedro, pueden sin querer convertirse en instrumentos de desánimo (Mateo 16:22-23).
También cargamos votos internos que hicimos en el pasado —“no volveré a confiar”, “no volveré a llorar”— que se convierten en fortalezas mentales si no los rendimos a Dios.
Para vencer estas voces es necesario someterse a Dios, resistir al diablo y ordenar a todo pensamiento que se vaya (Santiago 4:7; 2 Corintios 10:3-5).
Dios quiere transformar nuestra manera de pensar (Romanos 12:2) y enseñarnos a reconocer su voz, que es dulce, pacífica y nunca contradice su Palabra (Juan 10:27; 1 Reyes 19:11-13).
El mensaje nos invita a discernir qué voces escuchamos, derribar fortalezas mentales y permanecer atentos al suave susurro de Dios que trae dirección, paz y vida.
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Divide y vencerás - Andrés Corson
Jesús advirtió que “una ciudad o una familia dividida por peleas se desintegrará” (Mateo 12:25-26). La estrategia de “divide y vencerás” es usada por el diablo para que los creyentes pierdan el enfoque de su misión.
Estar en unidad con Dios implica someterse a su voluntad, obedecer su Palabra y confiar en que su plan es lo mejor para nuestra vida (Santiago 4:7; Lucas 22:42).
La división entre cristianos es una realidad desde los tiempos bíblicos: los discípulos discutían por quién era el mayor (Lucas 22:24), Pablo y Bernabé tuvieron un desacuerdo serio (Hechos 15:39), pero Jesús oró “para que todos sean uno” (Juan 17:21).
En lugar de enfocarnos en diferencias doctrinales secundarias, debemos afirmar las verdades centrales de la fe: la divinidad de Cristo, su muerte y resurrección, la obra del Espíritu Santo y la autoridad de la Biblia.
La unidad también debe prevalecer en la familia; el enemigo usa egoísmo, celos y resentimientos para dividir relaciones (Marcos 13:12).
La oración en acuerdo tiene poder para desbaratar planes del enemigo (Mateo 18:19; 1 Juan 5:14). La alabanza y la gratitud en medio de las pruebas dividen el reino de las tinieblas (2 Crónicas 20:21-23).
Este mensaje desafía a restaurar la unidad con Dios, con otros creyentes y en la familia, para resistir al enemigo y avanzar en el propósito de Dios.
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Fe - Phil Pringle
Dios es el Dios de la abundancia, siempre da más de lo necesario.