

725. Día 1 Novena de Navidad para niños (infantil)
16/12/2025 | 5 min
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] una vez un cielo, todo era perfecto. Papá Dios y Jesús (que todavía no había nacido como bebé) estaban tranquilos, felices, pasándola súper bien acompañados siempre por el espirito santo que los rodeaba. .Alli en el cielo no hay peleas, ni llanto, ni hambre. Todo era alegría.Pero un día, PapaDios que era muy curiosos se asomó al balcón del cielo para ver cómo andábamos nosotros por aquí abajo en la Tierra. Y la verdad ni se imagina lo que vio. Todo era un completo desastre!Resulta que los humanos habíamos metido la pata hasta el fondo. Desde los tiempos de Adán y Eva, habíamos cortado la comunicación con Dios. Era como si se hubiera caído el Wi-Fi del cielo y nadie tenía señal para llamar a Dios. La gente andaba triste, peleando, siendo egoísta y sintiéndose muy sola.Lo peor de todo es que, por más que intentábamos portarnos bien un ratico, volvíamos a fallar.y eso nos hacia sentir peor.Todos los que estaban por allí en el cielo cuando miraban hacia abajo decían "¡Ah, no! ¡Qué muchachos tan desobedientes! Ahí verán cómo se las arreglan solos, dejemolos solos y que ellos vean que hacen".Pero Dios no era asi. Dios es el papá más buena gente del universo. Cuando nos vio así de mal, no le dio rabia, le dio tristeza. Se le arrugó el corazón. Él pensó: "No puedo dejar a mis hijos así. Si no hago algo, se van a perder para siempre y yo los quiero demasiado".Entonces, imagínate que Dios Padre miró a su Hijo Jesus y le dijo algo así: —Venga mijo le digo una cosa.Yo veo que las cosas por allá abajo en la tierra están como feas. Ellos si han intentado como arreglarlo pero por mucho que intentan como que no pueden. La verdad es que vamos a tener que enviar a alguien para que les de una manita. Pero tiene que ser alguien de la familia, porque debe ser de mucha confianza.Y Jesús, que es igualito de bueno al Padre, no lo pensó dos veces. Dijo: —Papá, tranquilo, no se preocupe más que yo soy el duro para arreglar todo. Yo voy solito y usted espéreme aquí sentadito y tranquilo Y Papa Dios lo dijo. Noo mijo usted tan querido. Pero le pido que no se vaya a ir convertido en un super héroe y con poderes y todo eso. Recuerde que ellos todavía no lo conocen y no puede ser que usted vaya y los asuste. No se preocupe dijo Jesus yo voy a ir convertido en un ser tierno y dulce. Voy a ir en plan Bebe…. Todos los humanos adoran los bebes, así que así me les voy a presentar.. Así, en vez de tenerme miedo, van a querer cargarme, cuidarme y abrazarme. Voy a hacerme uno de ellos, voy a vivir lo que ellos viven, a llorar lo que ellos lloran, y así les voy a enseñar el camino de vuelta a casa". Y . Jesús hizo las maletas (es un decir, ya que el no vino con maletas), dejó toda su comodidad y su gloria en el Cielo, y se vino a la Tierra de "incógnito". Se metió en la barriguita de la Virgen María para empezar la aventura más grande de la historia: nacer en un pesebre para salvarnos a todos.

724. Los tres hombres misteriosos (Leyenda Mompox)
13/12/2025 | 7 min
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] Leyenda de los Tres Cristos de MompoxHabia una vez en pueblo a las orillas del rio magdalena en Colombia un pueblo llamado Mompox. Corría el l el siglo XVI y Santa Cruz de Mompox se erige majestuosa como una pujante comunidad comercial donde los barcos que surcaban el rio tenían que parar a descansar o a entregar las mercancías que llevaban. siendo puerto obligado y centro de comercio y fe Mompox era visitado por todo tipo de personas. En una mañana La neblina del río y el calor húmedo envolvían la ciudad entera cuando los habitantes vieron llegar tres forasteros de aspecto enigmático.Los tres hombres, silenciosos y de miradas profundas, desembarcaron buscando alojamiento. Se dirigieron a la antigua Albarrada de los Ángeles como se conocía en aquel entonces aquel lugar y que hoy se conoce como la albarrada de los Turcos Los forasteros alquilaron una de las grandes bodegas de la zona cosa que no era extraño debido a que Mompox era utilizado como lugar de almacenamiento de mercancías. Lo que si llamó la atención de los lugareños no fue su ropa ni su acento, sino su equipaje: cada uno cargaba con esfuerzo una larga caja de madera, muy parecida a un ataúd. Luego visitaron Pagaron el importe de su renta y entraron en la bodega con sus extrañas cargas, cerraron las puertas y nunca más se les volvió a ver.Durante los primeros días, la gente del pueblo pasaba cerca del lugar y escuchaba los golpes del cincel y el martillo. Sin embargo, al cabo de unos días, los ruidos cesaron por completo. Un silencio absoluto se apoderó del taller y la bodega permanecía en un silencio sepulcral. No se veía entrar ni salir a nadie, y la quietud comenzó a inquietar a la comunidad. El sacerdote y las monjas notaron algo aún más inquietante: la comida que dejaban en la puerta permanecía intacta. Día tras día, los platos se acumulaban sin que nadie los tocara.El dueño del local, junto con los vecinos de la Albarrada, temiendo lo peor —que aquellos hombres hubiesen muerto por alguna enfermedad repentina o de hambre— decidieron intervenir.Armados de valor y herramientas, forzaron las cerraduras. Al abrir las puertas, la luz del sol iluminó el interior de la bodega, revelando una escena desconcertante: El lugar estaba vacío de personas. De los tres forasteros no había ni rastro, ni siquiera sus huellas en el polvo.habitación estaba vacía.· No había rastro de los tres hombres.· No había virutas de madera en el suelo.· No había herramientas.· La única salida era una ventana pequeña por donde era imposible que hubieran escapado tres personas.· Sin embargo, en el centro del recinto yacían, intactas, las tres cajas de madera. Con manos temblorosas, los vecinos procedieron a destapar las cajas. El asombro fue colectivo. Dentro de cada una no había cadáveres humanos, sino tallas divinas: tres Cristos de madera.La factura de las esculturas era tan perfecta, tan dolorosamente humana, que los presentes tuvieron que tocarlas para cerciorarse de que no eran de carne y hueso. La piel parecía sudar, las heridas sangrar y los músculos contraerse por el dolor de la pasión.El pueblo comprendió entonces que aquellos tres hombres no eran escultores humanos..Al revisar las cajas, encontraron papeles que indicaban el destino final de cada imagen:1. Mompox (Bolívar)2. San Benito Abad (Sucre)3. Zaragoza (Antioquia)Los frailes Agustinos Calzados, custodios de la fe en la zona, toma

723. Los Tres Filtros
10/12/2025 | 6 min
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected] una vez un Viejo maestro que veía como tarde caía sobre Atenas y el sol teñía de naranja las columnas de piedra. Aquel filosofo con la barba blanca estaba plácidamente descansando sobre su túnica y tenía su mirada perdida en la contemplación de un único Olivo que tenía cerca.. Así pues el hombre disfrutaba de un momento de paz en el patio de su casa. El silencio, sin embargo, se rompió abruptamente.Un joven discípulo entró corriendo, levantando polvo con sus sandalias, con el rostro enrojecido por la agitación y los ojos desorbitados, su cara manifestaba una angustia enorme. Le faltaba el aliento, pero la urgencia de hablar le quemaba la garganta.—¡Maestro! ¡Maestro! —exclamó el joven, gesticulando con nerviosismo—.He venido corriendo desde la plaza de la ciudad porque ¡Tienes que saber esto! Un amigo tuyo ha estado hablando de ti en el ágora y lo que dijo fue terrible, lleno de malevolencia...El sabio miro detenidamente a su discípulo y con lentitud levantó una mano, un gesto suave pero firme que detuvo en seco al muchacho. Su rostro no mostraba enojo ni preocupación, solo una calma infinita.—¡Espera! —dijo el filósofo con voz profunda—. Antes de que viertas esas palabras en mi espíritu, necesito que hagamos algo importante. ¿Hiciste pasar lo que vas a contarme por los tres filtros virtuosos?El discípulo se detuvo, confundido. La adrenalina del chisme se disipó por un segundo, reemplazada por la extrañeza.—¿Las tres filtros virtuosos? —preguntó, frunciendo el ceño sin entender en absoluto a que se referia aquel venerable anciano—. No, maestro. No sé de qué me hablas.—Es un pequeño ejercicio que practico para mantener el alma limpia —explicó el sabio, invitando al joven a sentarse a su lado—. Antes de hablar sobre los demás, es prudente filtrar lo que vamos a decir. El primer filtro es la Verdad. Mírame a los ojos y dime: ¿Estás absolutamente seguro de que lo que vas a contarme es cierto? ¿Fuiste testigo de ello? ¿Lo comprobaste por ti mismo? Estabas allí cuando esto sucedió?El joven bajó la cabeza, avergonzado al darse cuenta de su precipitación.—No... —murmuró—. En realidad, solo escuché a unos vecinos comentarlo mientras compraba pan. Se rumoreaba que...—Entiendo —lo interrumpió el maestro sin juzgarlo—. Entonces no sabes si es verdad o si es solo una invención nacida de la envidia o el malentendido. Suponiendo que es verdad, dime ahora si lo que quieres decirme haya pasado por el segundo filtro, que es la Bondad.El filósofo se inclinó levemente hacia adelante.—Eso que deseas decirme con tanto ímpetu, ¿es algo bueno para alguien? ¿Resalta alguna virtud de mi amigo o traerá alegría a esta casa?El discípulo tragó saliva, sintiéndose cada vez más pequeño.—No, maestro, en realidad no. Al contrario... Lo que dicen es insultante y desagradable. —¡Ah, vaya! —exclamó el sabio, arqueando una ceja—. Así que quieres contarme algo malo sobre un amigo, y ni siquiera estás seguro de que sea cierto.El silencio se hizo pesado entre ambos. El joven ya no tenía ganas de hablar, pero el maestro aún no había terminado.—Sin embargo —continuó el anciano sonriendo levemente—,ahora supongamos que fuera algo honorable y Bondadoso. Que como has dicho no lo el. Todavía podrías pasar la prueba si tu mensaje atraviesa el ultimo filtro : la Necesidad. Piensa bien: ¿Es verdaderamente necesario que yo sepa eso que tanto te inquieta? ¿Me servirá para prevenir un peligro? ¿Cambiará mi vida o la tuya para mejor si escucho esa historia?El joven reflexionó un instante. La urgencia que sentía al principio se había desvanecido por co

722. Bochica (Leyenda Muisca Colombia)
08/12/2025 | 7 min
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez en en lo que hoy es conocido como la sabana de Bogotá en Colombia, una tribu Muisca que comenzaba a asentarse y apenas comenzaban a subsistir a partir de las cosechas de maíz y papas. Sus sacerdotes oraban cotidianamente para que la gran laguna de Iguaque bajara de nivel para así poder tener más tierras aptas para cultivar. Como cazadores usaban sus cerbatanas para cazar algunos armadillos y dantas y como pescadores sacaban alimentos de los bagres y capitanes de los lagos.Sin embargo un dial llego a sus tierras un anciano de barba blanca y cabellera abundante que le llegaba hasta la cintura y vestía con una túnica larga que amarraba con un broche de oro. Su caminar era ágil pese a estar descalzo. Su rostro era bondadoso y justo que irradiaba confianza y paz. Los muiscas recibieron con amistad al hombre y poco a poco fue ganándose el cariño de todos en la tribu. El hombre se llamaba Bochica y poseía una sabiduría mayor y diferente a la sabiduría de los sabios de la tribu. Rápidamente se dedico a ensenarles sistemas de cultivo y cosecha as eficientes y como hilar, tejer y pintar mantas de algodón. Les enseño además a trabajar como hacer ollas de barro, vasijas y utensilios utilizando los modos de fabricación de un buen alfarero. Por ultimo les enseno los principios morales de convivencia y respetos y las normas básicas de gobierno de su población. Era pues Bochica un enviado de los dioses que les estaba transmitiendo los mejores códigos sociales que les permitiera vivir en mayor armonía. Pero Bochica era un ser errante y al igual que había llegado un día caminado otro día se fue de allí igualmente caminando. Pero antes de irse les recordó que las normas sociales que les había ensenado debían respetarse o si no los dioses se enojarían y vendrían casticos insospechados. Con Bochica ausente la vida continuo en el pueblo Muisca, pero pronto apareció una hermosa mujer de origen desconocido que irradiaba poder y seducción . Su nombre era Huitaca. Huitaca predicaba lo contrario a Bochica en vez de austeridad y trabajo duro, ella invitaba a la alegría y a los excesos. Solía decir que la vida debía aprovecharse en fiestas, borracheras y placeres carnales. Su rebeldía constrastaba con el mensaje de Bochica, pero el pueblo Muisca fue adoptando este nuevo mensaje abandonando los ejemplos de Bochica y viviendo en un mundo sin responsabilidad. Y sucedió lo que Bochica había advertido. El dios Chibchacun ofendido al ver que los indígenas ya no trabajaban la tierra y vivían en fiesta permanente decidio castigarlos ejemplarmente. Una madrugada se dejo caer un violento aguacero, Los Muisca inicialmente no prestaron mayor atención, pero la lluvia era continua y parecía que no fuera a menguar. Pasaban días y no parecida escampar pese a que los sacerdotes hacían plegarias al dios para que detuviera dicho torrente de agua. Los Riachuelos comenzaron a salirse de sus cauces y las quebradas ya llevaban troncos y piedras arrastrando todo cuanto encontraban a su paso. Los Muiscas vieron como el nivel del agua había cubierto toda la sabana y tuvieron que treparse primero en los techos de sus choza y luego en los arboles de los bosques cercano. Finalmente no tuvieron más recurso que trepar hasta las cimas de las montanas más cercanas. Desde allí pudieron observar como su planicie era ahora un lago enorme que se había devorado sus casas, cultivos y animales. Todo era desolación y ellos arrepentidos recordaron a Bochica y su advertencia y rezaron para que este regresara a salvarlos. Y sus plegarias fueron oídas. Una tarde dejo de llover y el sol de nuevo comenzó a salir en aquella

721. El pescador y los gigantes (leyenda MicMac)
03/12/2025 | 13 min
Hacer click aquí para enviar sus comentarios a este cuento.Juan David Betancur [email protected]ía una vez un hombre de la tribu Micmac que vivía con su esposa. Ambos vivían muy aislados en una bahía de aquel inmenso Mar. Su existencia era solitaria, lejos del humo de otras aldeas, y marcada por una pobreza profunda. Aunque el océano era vasto, sus redes a menudo subían vacías de peces y sus numerosos hijos conocían demasiado bien el dolor del hambre ya que pocas veces podían comer abundantemeneUn día, buscando cambiar su suerte, la pareja remó en su frágil canoa mucho más allá de lo habitual, perdiendo de vista la línea de la costa y de su bahia. Fue entonces cuando el mar, caprichoso y traicionero, dejo caer una niebla densa y blanca que los cubrió totalmenteborrando el sol y el horizonte, dejándolos a la deriva en un un mar gris, hostil y silencioso..De repente, el silencio se rompió. No fue el viento, sino un sonido rítmico y atronador: ¡Chap, chap, chap!. Eran remos, sin duda alguna pero para la pareja ese sonido era tan profundo que hacía vibrar el agua. De entre la niebla emergió una sombra colosal, una canoa del tamaño de una isla flotante tripulada por figuras que tocaban el cielo. El terror paralizó a la pareja; se creyeron muerto ya que esos seres podrían matarlos en segundos. Sin embargo, una voz resonó, no como un trueno de ira, sino con una calidez sorprendente.— (Hermanito mío, ¿a dónde vas?) —preguntó el líder de los gigantes, inclinándose hacia ellos.El pescador, con la voz temblorosa, confesó que estaban perdidos. El gigante sonrió, y en su rostro no había malicia, solo una bondad inmensa.—Venid con nosotros —dijo—. Mi padre es el jefe de nuestra raza y con seguridad seréis tratados como familia.Ante la mirada atónita de la pareja, dos de los gigantes deslizaron suavemente la punta de sus remos bajo la pequeña canoa y la levantaron del agua como si fuera una simple astilla de madera, depositándola dentro de su propia embarcación monstruosa. Los gigantes observaban a sus "pequeños amigos" con la misma fascinación y ternura con la que un niño humano miraría a una ardilla voladora encontrada en el bosque.Al llegar a tierra firme, la escala del mundo cambió. Tres (chozas ) se alzaban ante ellos, cada una de ellas era tan altas como montañas, y se perdían sus techos en las nubes bajas. De la choza central salió el Jefe Oscoon. Era más alto y anciano que los demás, con ojos que contenían siglos de sabiduría. Al ver a la pareja, su alegría fue genuina. Tomó la canoa en la palma de su mano, con el hombre y la mujer aún sentados dentro, y los llevó al interior de su hogar, colocándolos con suavidad y delicadeza en una de las esquina de la estructura, sabiendo que allí se sentirían seguros y protegidos.La vida en la Tierra de los Gigantes era una maravilla constante. El Jefe Oscoon, consciente de la fragilidad de sus huéspedes, les servía comida con extremo cuidado. Un solo bocado de la mesa de un gigante era suficiente para alimentar a la pareja durante años, y cuando el jefe les hablaba, lo hacía en un susurro apenas audible para no romperles los tímpanos, ya que la voz original habría sido un grito que se podría oír a cien millas de distancia.Sin embargo, incluso los gigantes tenían enemigos. Un día, Oscoon reunió a la pareja con semblante serio.—Se acerca una gran batalla —anunció—. El Chenoo, el monstruo de hielo del norte, vendrá en tres días.Para protegerlos, el jefe envolvió a la pareja en capa tras capa de pieles gruesas y les tapó los oídos, pues el grito de guerra del Chenoo era mortal para los mortales. La batalla fue feroz. A pesar de las protecciones, el primer grito del monstruo casi detuvo sus corazones; el segundo dolió menos,



Había una vez...Un cuento, un mito y una leyenda