Pasajes del terror 1x10: La casa de Amityville, la familia DeFeo
En este inquietante episodio de Pasajes del Terror, Juan Antonio Cebrián nos traslada a uno de los lugares más emblemáticos del horror contemporáneo: el 112 de Ocean Avenue, en Amityville, una aparente casa familiar en un tranquilo vecindario de Estados Unidos que se convertiría en epicentro de uno de los crímenes más atroces y de una de las leyendas paranormales más influyentes del siglo XX. Todo comenzó el 12 de noviembre de 1974, cuando Ronald DeFeo Jr., el hijo mayor de la familia, asesinó a sangre fría a sus padres y a sus cuatro hermanos mientras dormían, desatando una ola de conmoción en la comunidad y marcando con sangre las paredes de la vivienda.
Tras el juicio y condena de DeFeo, la casa permaneció vacía… pero no por mucho tiempo. Atraída por el bajo precio, la familia Lutz se instaló allí poco después, sin imaginar que su estancia duraría apenas 28 días. Desde la primera noche comenzaron a experimentar fenómenos inexplicables: ruidos, olores nauseabundos, sustancias viscosas que brotaban de las paredes y apariciones fantasmales, entre ellas un cerdo espectral que la hija pequeña afirmaba haber visto y adoptado como amigo invisible. Alarmados, invitaron a un sacerdote a bendecir la casa, pero una voz le ordenó huir: “¡Lárgate de aquí!”. El terror solo había comenzado.
A medida que pasaban los días, los sucesos se intensificaron. El patriarca George Lutz cayó en una espiral de obsesión, insomnio y paranoia. Aseguraba que su esposa levitaba, que su aspecto se transformaba por las noches y que los espíritus habitaban los rincones de la casa, emergiendo incluso desde un inodoro oculto en el sótano. Presas del pánico, los Lutz huyeron dejando todo atrás. Este abandono repentino, sumado a los antecedentes sangrientos del lugar, avivó la leyenda y convirtió Amityville en sinónimo de casa maldita, dando pie a libros, películas y teorías cada vez más desbordadas.
Aunque nunca se probó que la casa estuviera construida sobre un cementerio indio —como luego se llegó a afirmar—, la historia real, teñida de muerte, miedo y misterio, bastó para alimentar el mito durante décadas. Lo que ocurrió realmente entre esas paredes sigue siendo motivo de debate, pero su impacto en el imaginario colectivo es incuestionable. Un caso en el que la tragedia y el morbo se entrelazan, dando forma a uno de los relatos de terror más influyentes de la cultura popular. Así es Amityville, la casa que nunca dejó de respirar.