Prólogo
En el año 63, antes del nacimiento de Cristo, Palestina estaba dominada por Roma, pero ésta dejaba el gobierno en manos de los israelitas.Toda la vida espiritual de éstos giraba alrededor del gran templo de Jerusalén, construido por un famoso rey, Salomón, quien había conseguido hacer de todas las tribus de Israel un solo reino del que Jerusalén era la capital.A la muerte de Salomón, los hebreos se dividieron en dos reinos, el de Israel y el de Judá.Sus descendientes, israelitas y judíos, están mencionados en los Evangelios sin distinción, puesto que todos ellos, por descender de Abraham, eran hebreos.En la sociedad judía del tiempo de Jesucristo, ocupaban los lugares más importantes, el gran sacerdote, los jefes de los sacerdotes, los ancianos y los escribas.Estos eran los maestros de la ley.Todo aquel que no fuera judío, como por ejemplo los romanos, era llamado gentil.Entre los israelitas, los fariseos destacaban por su orgullo, fundado en que creían ser los hombres más justos.Los descendientes de Abraham esperaban la llegada del Salvador, que había sido anunciada por los profetas, hombres iluminados por Dios, que proclamaron la llegada de Jesucristo, siglos antes de su venida al mundo.