Powered by RND
PodcastsHistoriaLa Escafandra 2020

La Escafandra 2020

Pepelu de Alcala
La Escafandra 2020
Último episodio

Episodios disponibles

5 de 5
  • La crisis de los misiles de Cuba: Los trece días que estremecieron al mundo
    Octubre de 1962. El mundo no lo sabía, pero estaba a punto de desaparecer. Durante trece días, dos superpotencias jugaron con fuego nuclear. En Washington, un joven presidente presionado por sus generales. En Moscú, un líder soviético convencido de que el equilibrio global debía cambiar. Y en medio, una pequeña isla convertida en campo de batalla de gigantes. Fue la crisis más grave de la Guerra Fría. La más silenciosa. La más peligrosa. “Nos encontramos realmente al borde de la guerra. Aquellos días de octubre fueron una pesadilla. Dormía poco, tenía el alma en vilo. Sabía que una decisión equivocada, una palabra mal entendida o una orden impetuosa podía significar el fin de todo. ¿Cómo no sentir vértigo, cuando uno juega con la existencia del planeta entero en la palma de su mano?” Palabras de Nikita Jrushchev, 30 de octubre de 1962 Durante trece días, el mundo contuvo la respiración. Y esto no es una metáfora. Desde el 16 al 28 de octubre de 1962, la humanidad vivió pendiente del teletipo, del transistor, del parte militar. La gente se preparaba para lo impensable. En las ciudades de Estados Unidos, las familias vaciaban los supermercados y llenaban los refugios nucleares improvisados. En Moscú, los mandos militares mantenían en alerta a sus guarniciones. En Cuba, miles de jóvenes se encomendaban a la muerte en trincheras cavadas junto al mar. Nadie sabía si vería la luz del día siguiente. ¿La razón? Al sur de la península de Florida, apenas a 150 kilómetros de las costas estadounidenses, la isla de Cuba se convirtió en el epicentro de una amenaza letal. Aviones espía norteamericanos sobrevolaron la isla y lo que descubrieron heló la sangre en las venas de los altos mandos en Washington: los soviéticos estaban instalando misiles nucleares en la isla. Misiles, capaces de arrasar ciudades como Nueva York, Washington o Los Ángeles en cuestión de minutos. La proximidad de estos misiles reducía el tiempo de reacción estadounidense a apenas unos instantes. El equilibrio de poder, hasta entonces inclinado a favor de Estados Unidos gracias a sus propios misiles instalados en Turquía e Italia, se tambaleaba peligrosamente. El enemigo ya no estaba al otro lado del océano, sino a las puertas mismas de su casa. Nunca antes —ni después— estuvo tan cerca de estallar una guerra nuclear a escala global. Una guerra que no habría durado años, sino minutos. Y que habría dejado un planeta carbonizado, radiactivo, irreconocible. El escenario no era nuevo. Hacía casi dos décadas que el mundo vivía en tensión. Tras la Segunda Guerra Mundial, dos bloques se repartieron el tablero global: Estados Unidos y la Unión Soviética. Dos visiones antagónicas del mundo. Capitalismo contra comunismo. La democracia liberal frente a la dictadura del proletariado. Pero más allá de las ideologías, lo que los definía era el miedo mutuo… y la amenaza constante del armamento nuclear. Fue la llamada Guerra Fría. Una guerra sin bombas, pero con misiles. Sin batallas declaradas, pero con golpes de estado, espías, propaganda, carreras armamentísticas, y conflictos por delegación: Corea, Vietnam, el Congo, Afganistán... Una partida de ajedrez donde cada jugada podía encender la mecha de la destrucción mutua. A finales de los años 50, ambas potencias poseían ya el arma definitiva: la bomba H. La temible bomba de hidrógeno. Una bomba termonuclear muchísimo más potente que las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Los soviéticos probaban sus bombas en el Ártico. Los americanos, en el Pacífico. Las imágenes de hongos nucleares se colaban en los telediarios, y los niños ensayaban en los colegios cómo esconderse bajo el pupitre por si caía la bomba… como si eso sirviera de algo. En 1961, La Unión Soviética comenzó a levantar un muro en Berlín para detener el éxodo de ciudadanos del Este al Oeste. Ese mismo año, la CIA organizó un intento fallido de invadir Cuba: la operación de Bahía de Cochinos. Y como respuesta, la URSS y Fidel Castro reforzaron su alianza. Fue entonces cuando Nikita Jrushchev tuvo una idea tan arriesgada como maquiavélica: instalar misiles nucleares en la isla caribeña, a solo 150 kilómetros de las costas de Florida. Lo hizo en secreto. Pensaba que pasaría desapercibido. Que sería un golpe estratégico para equilibrar el juego. Pero sus planes fueron descubiertos. Y entonces, todo estuvo a punto de estallar. Kennedy recibió las fotos de los silos de misiles el 16 de octubre. Durante los días siguientes, la Casa Blanca se convirtió en un centro de crisis permanente. Se barajaron bombardeos, invasiones, ultimátums. Al otro lado del mundo, en Moscú, Jrushchev se debatía entre la firmeza y el desastre. En el medio, Cuba liderada por el beligerante Fidel Castro que se mostraba dispuesto a la destrucción total de Cuba si la URSS bombardeaba nuclearmente a los Estados Unidos. La situación era tan crítica que un simple error de cálculo podía desatar la hecatombe. Hoy la Escafandra 2020 viaja hasta el inicio de la década de los sesenta del siglo anterior. Concretamente a 1962, el año en el que el mundo se asomó al abismo nuclear.
    --------  
    1:19:58
  • Caballo Loco, el espíritu de las grandes praderas
    Siglo XIX. En el corazón de las vastas llanuras del norte de América, donde todavía el viento arrastra el mugido de los rebaños de búfalos y en la noche se perciben los rescoldos de las hogueras, se libró uno de los episodios más intensos y dramáticos de la historia de los Estados Unidos. Fue un choque que enfrentó a dos visiones opuestas del mundo. Por un lado, el espíritu libre y nómada de las naciones indias, que durante generaciones habían cabalgado y vivido en esas tierras sin más ley que la del cielo y la memoria de sus ancestros. Por otro, el empuje implacable de una nación joven, ambiciosa, decidida a expandirse hacia el oeste a toda costa y al precio que fuera. Un tren en marcha dispuesto a arrollar a quien se le pusiera por delante. Aquel desencuentro entre dos civilizaciones fue el resultado de décadas de tensiones, acuerdos rotos y promesas incumplidas. La visión de progreso de los nuevos norteamericanos consideraba que todo lo que no se adaptara a su visión del mundo debía ser desplazado o eliminado. En ese contexto, las grandes praderas dejaron de ser un hogar para miles y miles de nativos indios. Se convirtieron en una peligrosa frontera. Y la frontera, como ocurre tantas veces en la historia, se transformó en campo de batalla. Hoy la Escafandra 2020 quiere contar la la historia de dos figuras opuestas y complementarias. La primera historia es la de un joven oficial de caballería, vestido con uniforme azul y envuelto en la gloria militar desde la Guerra de secesión y conocido tanto por su osadía como por su ambición desmedida. La otra historia pertenece a un líder indígena que nunca quiso ser mandar, pero al que su pueblo siguió por su valor, su misticismo y su coherencia hasta el final. Uno buscaba la fama; el otro, la defensa de su forma de vida. Uno quería vencer; el otro no ser vencido. Pero más allá de los individuos, lo que se narra en este episodio es un cambio de era. Una despedida. El fin de una forma de vida milenaria y el triunfo, inevitable y brutal, del nuevo orden. La famosa batalla que se libró aquel día de junio de 1876 se convirtió en símbolo de una victoria inesperada y, al mismo tiempo, de una derrota inevitable. Un canto de cisne, si se quiere, de los pueblos nativos que durante siglos habían dominado las inabarcables llanuras norteamericanas. A menudo, las historias del Oeste americano han sido narradas desde el punto de vista de los colonos, del ejército o de los políticos que trazaban líneas rectas en los mapas. Pero hay otra mirada. Una que se eleva desde los tipis, que escucha a los ancianos, que observa los signos del cielo, que conoce el valor del silencio y la palabra comprometida. Esa mirada, la de las naciones lakota, cheyenne o arapaho, no está escrita en grandes monumentos ni recogida en partes de guerra, pero permanece viva en las voces que recuerdan, en las cicatrices que no sanan, en las montañas que aún conservan sus los nombres sagrados que les impusieron sus antepasados. Este episodio es, en el fondo, un intento de escuchar ambas voces. De cruzar el río de la historia y mirar desde ambas orillas. Porque solo así se entiende la magnitud del drama que se vivió en esas colinas de Montana cerca del río Little big horn. Solo así se puede comprender por qué un joven jefe indígena decidió resistir hasta el final, y por qué un general condecorado eligió avanzar sin esperar refuerzos. Y por qué, pese al resultado, ninguno de los dos salió realmente victorioso. Hoy, más de un siglo después, La Escafandra 2020 viaja hasta el lejano oeste americano para contar la verdadera historia de Caballo Loco y del general Custer. Hay quienes siguen buscando los restos de esa batalla. Algunos excavan en el suelo, otros bucean en los archivos. Otros simplemente cierran los ojos e intentan imaginar cómo sonaba el galope feroz de cientos de caballos, cómo olía la pólvora de los disparos de decenas de rifles, cómo se lanzaban feroces gritos los hombres antes del impacto. Pero quizá la mejor forma de acercarse a aquella historia sea escuchando el susurro del viento sobre la hierba inagotable. Porque allí, aún hoy, cabalga el recuerdo de aquel día. Y en él, el eco de dos nombres que siguen vivos, cada uno a su manera, en la memoria de América.
    --------  
    1:44:32
  • Felipe V: el rey rana adicto al sexo
    En la historia de España no existen reyes tan enigmáticos y contradictorios como Felipe V, el primer Borbón en el trono español. Llegó al poder siendo apenas un adolescente, sin hablar español, sin conocer el país que gobernaría y sin la confianza ni siquiera de su propio abuelo, Luis XIV de Francia. Y, sin embargo, su reinado sería el más largo en la historia de España. Reinó durante casi medio siglo, convirtió la monarquía en un régimen centralizado, se enfrentó a una de las guerras más devastadoras de su tiempo y fue el único monarca español que abdicó y volvió a reinar. Pero detrás de sus decisiones políticas, su vida estuvo marcada por un tormento conflicto. Sufría crisis depresivas, episodios de euforia descontrolada y un miedo atroz a la soledad. ¿Fue un monarca reformista o un peón de Luis XIV? ¿Sufría locura o simplemente era víctima de su linaje? ¿El amor de sus esposas lo salvó o lo esclavizó? Su dependencia emocional de sus esposas, especialmente de Isabel de Farnesio, rozaba la obsesión. Se dice que no soportaba estar lejos de ella ni un solo día, que celebraba consejos de ministros desde la cama y que su enfermedad mental puso patas arriba la rígida etiqueta de la corte. A causa de sus desvaríos, el ritmo del palacio cambió radicalmente: dormía de día y gobernaba de noche. Pero, ¿fue Felipe realmente un rey "loco"? ¿Cómo un joven que había crecido a la sombra de los soberanos de Versalles logró imponer su dinastía en España? ¿Fue un estratega hábil o una simple marioneta de la política francesa? Hoy la Escafandra 2020 viaja hasta los pasillos dorados de Versalles, a los campos de batalla de la Guerra de Sucesión y a las alcobas de los palacios españoles donde Felipe V, entre delirios y pasiones, moldeó el destino de España para siempre. Este es Felipe V y esta es su historia
    --------  
    1:52:09
  • Alejandro Magno: el hombre y el dios. Segunda parte
    Hay hombres que nacen para gobernar… y hay otros que nacen para trascender. Alejandro no fue solo un rey ni solo un conquistador. Fue un mito en vida. Un joven que se proclamó hijo de Zeus, que cruzó desiertos, derribó imperios y fundó ciudades con su nombre en los confines del mundo. Aún hoy, más de dos mil años después, su sombra sigue proyectándose sobre la historia. Porque Alejandro no conquistó solo territorios: conquistó la imaginación de los pueblos, la memoria de las civilizaciones… y el corazón de quienes aún, como nosotros, siguen su rastro con asombro. En el episodio anterior recorrimos los primeros pasos de Alejandro: desde su infancia bajo la sombra de Filipo, hasta su espectacular irrupción en la historia como conquistador del mundo conocido. Vimos cómo se impuso sobre Grecia, cómo cruzó el Helesponto con apenas 30.000 hombres para enfrentarse al gigantesco imperio persa, y cómo fue derrotando a Darío III en una serie de batallas que desafiaban la lógica. Terminamos nuestra narración en un momento clave: la llegada de Alejandro a Egipto. Allí fue recibido como un liberador, fundó la ciudad de Alejandría y, sobre todo, vivió una transformación profunda. Ya no era solo un rey macedonio ni un general invencible… Alejandro comenzaba a verse a sí mismo como algo más. Como un elegido. Como un dios. Y es desde ahí, desde ese punto de inflexión, donde retomamos el relato. La campaña no ha terminado. El joven rey no se conforma con lo logrado. Porque si Egipto se arrodilló ante él sin presentar batalla… entonces, ¿Qué más puede conquistar? ¿Dónde están los límites? Comienza ahora la segunda etapa del viaje de Alejandro y también la más oscura: la del emperador ambicioso, la del visionario incansable… y también la del hombre que empieza a perder el control de sí mismo y de su legado.
    --------  
    1:44:10
  • Alejandro Magno: el hombre y el dios. Primera parte
    Dicen que cuando Alejandro Magno llegó al fin del mundo conocido… lloró. No porque le faltaran tierras que conquistar, sino porque entendió que su ambición ya no cabía en los mapas. ¿Qué clase de hombre arde con tanta intensidad que deja una huella imborrable en solo 32 años de vida? Siglo IV antes de Cristo. Las ciudades griegas están divididas por rencillas y luchas intestinas. El poderoso Imperio Persa parece inquebrantable y amenaza con apoderarse de ellas, pero al norte, en las montañas de Macedonia, un joven rey contempla el horizonte con una ambición que ningún hombre había tenido antes. Es Alejandro. Un líder como nunca antes se había visto. Alejandro no fue un rey al uso. Fue una tormenta. Un relámpago fugaz y deslumbrante que incendió el mundo antiguo desde Macedonia hasta los confines de la India. A los 13 años fue alumno de Aristóteles. A los 20, se convirtió en rey. Y antes de cumplir los 30, había derrotado al Imperio Persa, alzado ciudades en medio del desierto, y fundido culturas bajo un solo estandarte. Con apenas veinte años, se lanzó a la conquista de un mundo que se creía inconquistable. Condujo a sus ejércitos a través de desiertos abrasadores, ríos indomables y montañas infranqueables. Cada batalla que libró fue un desafío a la muerte. Cada ciudad que conquistó, una prueba de su visión del mundo. No buscaba oro. Buscaba algo que ni él sabía nombrar: una idea de inmortalidad. Quería fundirse con los dioses, vencer al tiempo, convertirse en leyenda. Y lo consiguió. Más de dos mil años después, seguimos hablando de él, preguntándonos si fue un genio militar, un dios caminando entre los hombres… o simplemente un joven obsesionado con superar a todos los que vinieron antes. Una idea lo consumió: avanzar, ir un paso más allá, descubrir un nuevo horizonte. Desde los campos de batalla de Persia hasta los templos sagrados de Egipto. Desde las murallas inexpugnables de Tiro hasta los valles profundos de la India. En cada paso dejó un legado. En cada victoria, un eco de su inmortalidad. Esta no es solo la historia de un conquistador. Es la historia de una ambición sin límites, de una obsesión por lo imposible. Es la historia de un hombre que vivió sin frenos, que no conoció la derrota, pero que pagó un alto precio por ello. ¿Fue un visionario que quiso unir Oriente y Occidente… o un conquistador despiadado que avanzaba dejando un rastro de sangre tras de sí? ¿Amó a su pueblo o se amó solo a sí mismo? ¿Fue realmente invencible… o temía tanto la muerte que intentó devorarla a golpes de imperio? Y ahora hazte una pregunta Si hubieras estado allí, en el fragor de la batalla, si hubieras oído su voz llamando a la carga… ¿Habrías seguido a Alejandro hasta el fin del mundo? Hoy la Escafandra 2020 viaja hasta el remoto siglo IV antes de Cristo para conocer a un hombre inigualable. Este es Alejandro Magno y esta es su historia.
    --------  
    1:36:22

Más podcasts de Historia

Acerca de La Escafandra 2020

Episodios históricos olvidados, inolvidables o relevantes y biografías de personajes significativos de la historia universal. [email protected]
Sitio web del podcast

Escucha La Escafandra 2020, Todo Concostrina y muchos más podcasts de todo el mundo con la aplicación de radio.es

Descarga la app gratuita: radio.es

  • Añadir radios y podcasts a favoritos
  • Transmisión por Wi-Fi y Bluetooth
  • Carplay & Android Auto compatible
  • Muchas otras funciones de la app
Aplicaciones
Redes sociales
v7.23.11 | © 2007-2025 radio.de GmbH
Generated: 11/7/2025 - 5:35:51 AM