Anuncio del nacimiento de Jesús
¿Cuál es la revelación de Dios?
Jesús dijo a sus discípulos que el que le había visto a él había visto al Padre, pero hoy, no le vemos, sin embargo, la Biblia es la revelación de Dios, no que Jesús haya dejado de serlo, sino que es suficiente para todo ser humano que le quiera conocer luego que Jesús ascendió al cielo y está sentado en el lugar de privilegio correspondiente.
Lc 1.26-35 TLA
Cuando Isabel ya tenía seis meses de embarazo, Dios mandó al ángel Gabriel a Nazaret, un pueblo de la región de Galilea. El ángel llevaba un mensaje para una joven llamada María. Ella estaba comprometida para casarse con José, quien era descendiente del rey David. El ángel entró a donde estaba María, la saludó y le dijo: —¡Dios te ha bendecido de manera especial! El Señor está contigo. María se sorprendió mucho al oír un saludo tan extraño, y se preguntaba qué significaba eso. Entonces el ángel le dijo: —No tengas miedo, María, porque Dios te ha dado un gran privilegio. Vas a quedar embarazada; y tendrás un hijo, a quien le pondrás por nombre Jesús. Este niño llegará a ser muy importante, y lo llamarán “Hijo del Dios altísimo”. Dios lo hará rey, como hizo con su antepasado David; gobernará a la nación de Israel para siempre, y su reinado no terminará nunca. María le preguntó al ángel: —¿Cómo pasará esto, si aún no me he casado? El ángel le contestó: —El Espíritu Santo se acercará a ti; el Dios altísimo te cubrirá con su poder. Por eso el niño vivirá completamente dedicado a Dios, y será llamado “Hijo de Dios”.
Al establecer una línea de tiempo podemos observar que entre la promesa de un salvador (Gen 3.15) y su cumplimiento (Lc 1.26-35) han transcurrido aprox. 5000 años. Isaías (780AC) menciona el nombre de Emanuel (Dios con nosotros). Cuando todas las fichas de Dios han sido movidas, se evidencia el preludio de una acción continua y significativa de la tercera persona de la trinidad (el Espíritu Santo) ante el advenimiento de la segunda persona de la trinidad a la tierra (Jesús); realmente Dios está con la humanidad en la persona de Jesús. El mismo precursor de Jesús, Juan el Bautista, tiene a su favor una estrecha relación del Espíritu Santo aun desde el vientre de Elizabet su madre; el Espíritu Santo se acerca a María quien queda cubierta por el poder de Dios y ocurre el milagro de la concepción de Jesús sin intervención de varón alguno, se observa que no hay boda alguna para esta concepción pues la misma María lo pregunta y el ángel lo aclara (Vs 34-35); de esta manera, el nombre Jesús (“Jehová el Señor salva”) ocupa el lugar de Emanuel (Dios con nosotros), es decir, lo más próximo que Dios se acerca a la humanidad es a través de Jesús, no hay otra manera de acercamiento efectivo de Dios con la humanidad caída sino a través de la encarnación de Jesús, anotando que es un acto soberano de Dios Jn 1.9-10 Y la luz verdadera pronto llegaría a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo. Dios creó el mundo por medio de aquel que es la Palabra, pero la gente no lo reconoció.