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Cuentos para aprender

Podcast Cuentos para aprender
Antonio Blanco Oliva
¡Sumérgete en el mundo de Cuentos para Aprender, el podcast perfecto para los pequeños curiosos! Cada episodio es una aventura en sí misma, narrando cuentos mág...

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5 de 22
  • El Misterio de los Números Pares e Impares
    El Misterio de los Números Pares e Impares En la ciudad de Numerópolis, todo funcionaba a la perfección gracias a los números. Los edificios, las calles y hasta las tiendas estaban organizados según un sistema especial: los números pares y los números impares. Pero un día, algo muy extraño comenzó a suceder. Los números parecían estar desapareciendo misteriosamente de los edificios, y nadie entendía por qué. Es aquí donde entra en escena el mejor investigador de la ciudad, el Detective Daniel. Con su lupa en mano y su sombrero puesto, Daniel se dispuso a resolver el misterio de los números perdidos. El primer caso que investigó fue en la calle principal, donde los números de las casas eran pares en un lado e impares en el otro. La señora García, que vivía en la casa número 12, dijo que había despertado y el número de su puerta había desaparecido. “¡Mi número 12 se ha ido!” exclamó, preocupada. Daniel revisó la pista. “El número 12 es un número par, porque puede dividirse en dos partes iguales. Vamos a buscar más números pares que hayan desaparecido.” Mientras caminaba por la ciudad, Daniel notó que otras casas con números como 8, 14, y 22 también habían perdido sus números. “Todos estos son números pares,” pensó. “Pero, ¿por qué solo los pares? Algo muy curioso está sucediendo aquí.” El segundo caso lo llevó al parque, donde las bancas estaban numeradas. Ahí, el señor Gómez, que siempre se sentaba en la banca número 9, le dijo que el número había desaparecido. “¡Mi banca número 9 se ha ido! ¿Qué está pasando?” Daniel sonrió y explicó: “El número 9 es un número impar, porque no se puede dividir en dos partes iguales sin que sobre algo. Vamos a ver si hay más números impares desapareciendo.” Con su lupa en mano, Daniel descubrió que otras bancas con números impares como 5, 11, y 13 también habían desaparecido. “¡Esto no es solo un problema con los números pares! ¡Ahora los números impares también están desapareciendo!” dijo Daniel, rascándose la cabeza. La gran revelación llegó cuando Daniel notó algo en común en todos los casos: los números que desaparecían solo lo hacían por la noche. Daniel decidió vigilar la ciudad esa noche para descubrir quién o qué estaba detrás de este misterio. Al caer la noche, Daniel se escondió en una esquina oscura, observando cómo la ciudad se iba quedando en silencio. De repente, vio algo moverse por las calles. Era una figura encapuchada que estaba borrando los números de las puertas y las bancas. Rápidamente, Daniel salió de su escondite y se acercó a la figura. “¡Detente ahí mismo!” gritó. La figura se detuvo y, para sorpresa de Daniel, resultó ser un bromista que quería confundir a todos en Numerópolis. “¿Por qué estás borrando los números?” preguntó Daniel, aún intrigado. El bromista rió y respondió: “Quería ver si alguien en la ciudad sabía realmente la diferencia entre los números pares e impares.” Daniel sonrió y le explicó: “Los números pares, como 2, 4, 6, y 8, pueden dividirse en dos partes iguales sin dejar sobrante. Los números impares, como 1, 3, 5, y 7, no se pueden dividir en dos partes iguales sin que sobre algo. Es importante saber la diferencia, pero no necesitamos que alguien borre nuestros números para recordarlo.” El bromista, al darse cuenta de que su broma no era tan divertida como pensaba, pidió disculpas y ayudó a Daniel a restaurar los números desaparecidos. A la mañana siguiente, la ciudad de Numerópolis volvió a la normalidad. Los números pares e impares regresaron a sus lugares, y todos aprendieron una valiosa lección sobre la importancia de los números en su vida diaria. Desde ese día, siempre que alguien en la ciudad tenía dudas sobre los números pares e impares, acudía al Detective Daniel, el mejor investigador de Numerópolis.
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  • Divide y Conquista en el Castillo de las Nubes
    Divide y Conquista en el Castillo de las Nubes En lo alto del cielo, flotando entre las nubes más suaves, se encontraba el majestuoso Castillo de las Nubes, donde vivía el valiente Príncipe Pablo. Un día, el reino fue sacudido por una noticia preocupante: una tormenta de nubes oscuras amenazaba con destruir el castillo. Los habitantes acudieron rápidamente al príncipe, buscando su ayuda. “¿Cómo protegeremos nuestro hogar?” preguntaron preocupados. El Príncipe Pablo sabía que necesitaba actuar rápido, pero también sabía que solo tenía 30 escudos mágicos para repartir entre sus soldados. “Para proteger el castillo, debemos dividir estos escudos de manera justa entre los soldados que nos defienden,” dijo Pablo. “¡Vamos a dividir nuestros recursos!” El primer grupo de soldados fue el más grande. Había 10 soldados, y Pablo quería darles la misma cantidad de escudos a cada uno. “Si tenemos 30 escudos y 10 soldados, ¿cuántos escudos debería recibir cada soldado?” Pensando en voz alta, el príncipe hizo la división: 30 dividido entre 10 igual a 3. “Cada soldado recibirá 3 escudos. ¡Así estarán bien protegidos!” dijo Pablo con una sonrisa. El segundo grupo de soldados estaba formado por 5 soldados que debían proteger la torre más alta. “Ahora tenemos que dividir los 30 escudos entre estos 5 soldados,” explicó Pablo. Con su espada apuntando al cielo, hizo la división: 30 dividido entre 5 igual a 6. “Cada uno recibirá 6 escudos. ¡Perfecto!” Finalmente, quedaba un pequeño grupo de 2 valientes soldados que debían defender la puerta del castillo. “Ahora debemos dividir el resto de los escudos entre ustedes,” dijo Pablo. Nuevamente, calculó: 30 dividido entre 2 igual a 15. “Cada uno de ustedes recibirá 15 escudos. ¡Gracias por protegernos tan valientemente!” Con los escudos distribuidos y los soldados listos, el castillo de las nubes estaba bien protegido. El Príncipe Pablo había dividido sabiamente sus recursos y estaba seguro de que todos estaban preparados para enfrentar la tormenta. Cuando las nubes oscuras finalmente llegaron, el castillo resistió gracias a los escudos bien distribuidos. Los soldados lucharon valientemente, y el príncipe se sintió orgulloso de cómo había usado la división para salvar su hogar. Después de la victoria, los habitantes del castillo aclamaron al Príncipe Pablo como un héroe. “¡Lo hiciste! ¡Dividiste los escudos de manera justa y nos salvaste!” Pablo, con una sonrisa, respondió: “La división no es solo una herramienta para repartir, también es una forma de hacer que todos tengan lo que necesitan. ¡Con la división, hemos logrado conquistar la tormenta!” Desde ese día, el Príncipe Pablo fue conocido como el héroe que usaba la división para proteger su reino. Y cada vez que los soldados necesitaban repartir sus recursos, sabían que la división los llevaría a la victoria.
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  • El Hada Tió y la Noche de los Regalos
    En un pequeño y acogedor pueblo de Cataluña, había un tronquito mágico llamado Tió de Nadal. A simple vista, el Tió parecía un tronco normal, con su gorrito rojo y una manta sobre la espalda. Pero este tronco tenía un gran secreto: ¡cada Navidad, daba regalos a los niños que lo cuidaban con cariño! Al empezar el invierno, los niños del pueblo iban al bosque a buscar un Tió. Al encontrarlo, lo llevaban a casa con cuidado y lo trataban como un amigo especial. Cada noche, los pequeños le dejaban un poco de fruta, cáscaras de naranja, o alguna galleta, y lo tapaban con una mantita para que no tuviera frío. Cuanto más cuidaban al Tió, más mágica se volvía su sonrisa. Finalmente, llegaba la noche esperada. En la sala de la casa, la familia se reunía y colocaba al Tió en el centro. Los niños, con sus caritas llenas de emoción, cogían palitos de madera y se preparaban para cantar. Con cada nota de la canción, el Tió sentía el cariño de todos y, poco a poco, la magia en su interior crecía. "Caga tió, avellanas y turrón, ¡si no cagas regalos te daré con el palo!" Entre risas y palmaditas suaves, los niños repetían el estribillo. Y, al terminar la canción, tiraban de la manta del Tió… ¡y descubrían pequeños regalitos escondidos debajo! Había caramelos, nueces, dulces de colores y, a veces, un juguetito sorpresa. El Tió sonreía satisfecho de haber compartido su magia. Los niños lo abrazaban agradecidos, y la familia disfrutaba de los regalos con alegría. Después, el Tió descansaba, lleno de amor y con la promesa de regresar el próximo invierno. Y así, año tras año, el Tió de Nadal traía alegría y magia a los hogares. Y los niños aprendían que, con cariño y paciencia, la Navidad siempre tiene sorpresas guardadas. Colorín colorado, este cuento encantado ha terminado.
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  • El Reloj Encantado y el Tiempo
    El Reloj Encantado y el Tiempo En un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes, vivía Julia, una niña curiosa a la que le fascinaba todo lo relacionado con el tiempo. Tenía un montón de relojes antiguos en su casa, pero había uno en especial que nunca había logrado hacer funcionar: un reloj encantado que su abuela le había dejado antes de partir en un largo viaje. El reloj era dorado y brillante, con manecillas delicadas y grabados que parecían llenos de secretos. Un día, mientras lo observaba de cerca, notó algo extraño: las manecillas comenzaron a moverse lentamente, pero no de forma normal. Estaban girando hacia atrás. "¿Qué está pasando?" se preguntó Julia, fascinada. Antes de poder pensar en otra cosa, el reloj comenzó a brillar intensamente, y de repente, ¡Julia fue transportada a otro lugar! La primera parada: La Hora en Punto Julia apareció en medio de una ciudad muy peculiar. Los edificios eran gigantescos relojes, y la gente que caminaba por las calles tenía números en sus sombreros. De repente, un hombre con el número 1 en su sombrero se acercó y dijo: “Bienvenida a La Hora en Punto. Aquí todo gira en torno a las horas exactas. Cada vez que el reloj marca una hora en punto, como las tres en punto o las seis en punto, todo se detiene por un segundo para que todos sepan qué hora es.” Julia observó un gran reloj en el centro de la ciudad, y justo cuando la manecilla de los minutos llegó al número 12, sonó una campanada. “¡Es la uno en punto!” gritó el hombre. Julia sonrió. “Ahora entiendo. Cuando la manecilla de los minutos está en el 12, eso significa que es una hora exacta. Ya sea la una, dos, o cualquier otra hora, siempre es en punto.” La segunda parada: Los Minutos Mágicos El reloj encantado brilló de nuevo, y Julia fue transportada a otro lugar, esta vez a un campo lleno de relojes pequeños. Allí, una niña llamada Mila la saludó. “¡Bienvenida al mundo de los Minutos Mágicos! Aquí, cada minuto cuenta.” Mila le mostró un reloj con una gran manecilla que se movía más rápido que la de las horas. “Esta es la manecilla de los minutos. Cuando se mueve de un número al siguiente, eso significa que ha pasado un minuto. Por ejemplo, cuando está en el 1, han pasado 5 minutos desde la hora en punto. Cuando está en el 6, han pasado 30 minutos, que es la media hora.” Julia observó cómo la manecilla de los minutos se movía con precisión. “Entonces, si la manecilla está en el 3, han pasado 15 minutos. Y si está en el 9, eso significa que han pasado 45 minutos desde la última hora en punto.” Mila asintió, “¡Exacto! Los minutos son muy importantes para saber cuánto tiempo ha pasado entre una hora y otra.” La tercera parada: El Mundo de los Segundos De repente, el reloj encantado comenzó a brillar nuevamente, y Julia se encontró en un lugar donde todo parecía moverse muy rápido. Allí conoció a un joven llamado Sam, que le explicó que estaba en el Mundo de los Segundos. “Los segundos son lo que hacen que el tiempo avance constantemente,” dijo Sam. “Cada vez que la manecilla de los segundos completa una vuelta, ha pasado un minuto. En total, hay 60 segundos en un minuto.” Julia miró la manecilla de los segundos moverse rápidamente alrededor del reloj. “¡Guau! Entonces, los segundos son como pequeños pasos que hacen que los minutos y las horas avancen.” Sam sonrió. “Exactamente. Aunque los segundos parecen pequeños, ¡son los que mantienen todo en movimiento!” El regreso a casa Después de aprender sobre las horas, los minutos y los segundos, el reloj encantado comenzó a brillar una vez más, y en un abrir y cerrar de ojos, Julia regresó a su casa. Miró el reloj dorado en sus manos y sonrió. Ahora entendía lo importante que era cada parte del reloj. “Cada manecilla tiene su trabajo,” pensó Julia. “La manecilla de las horas me dice la hora exacta, la manecilla de los minutos me muestra cuántos minutos han pasado, y la manecilla de los segundos es como un pequeño motor que mantiene todo en marcha.” Desde ese día, Julia nunca volvió a ver el tiempo de la misma manera. Ahora que comprendía el poder de las horas, los minutos y los segundos, podía usar el tiempo de manera más sabia. Cada vez que miraba un reloj, sonreía, recordando su aventura mágica a través del tiempo.
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  • Las Luces de Diwali y el Niño Curioso
    Había una vez un niño curioso llamado Aarav, que vivía en un pequeño pueblo de la India. Aarav siempre hacía muchas preguntas sobre todo lo que veía, pero este año tenía una duda muy especial: ¿Por qué Diwali, el festival de las luces, era tan importante? Una tarde, mientras el sol se escondía y las primeras lámparas comenzaban a encenderse, Aarav fue a ver a su abuela, que estaba colocando pequeñas velas de arcilla, llamadas diyas, en las ventanas. —Abuela, ¿por qué ponemos tantas luces en Diwali? —preguntó Aarav. La abuela sonrió, se sentó junto a él, y comenzó a contarle una historia: —Hace mucho, mucho tiempo, en un reino lejano, había un príncipe valiente llamado Rama. Rama tuvo que irse de su hogar durante muchos años para cumplir con un deber importante. Durante ese tiempo, enfrentó muchos desafíos, pero siempre fue justo y valiente. Finalmente, después de vencer al malvado demonio Ravana, Rama regresó a casa junto con su esposa Sita y su hermano Lakshman. —¿Y las luces? —interrumpió Aarav con ojos brillantes. —¡Ah, las luces! —continuó la abuela—. Cuando Rama regresó al reino de Ayodhya, era una noche sin luna, muy oscura. La gente, emocionada por su regreso, encendió miles y miles de diyas para iluminar el camino y darle la bienvenida. Desde entonces, encendemos luces en Diwali para recordar cómo la luz siempre vence a la oscuridad y cómo el bien triunfa sobre el mal. Esa noche, Aarav ayudó a encender más diyas por toda la casa. También colocaron luces en el jardín y compartieron dulces con los vecinos. Mientras observaba cómo las luces brillaban en la noche, Aarav sintió algo especial en su corazón. Ahora entendía que Diwali no solo era un festival de luces, sino también de amor, esperanza y alegría. Y colorín colorado, esta historia ha terminado.
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Acerca de Cuentos para aprender

¡Sumérgete en el mundo de Cuentos para Aprender, el podcast perfecto para los pequeños curiosos! Cada episodio es una aventura en sí misma, narrando cuentos mágicos que abarcan desde la ciencia y la tecnología hasta la historia y más allá. Con personajes entrañables y lecciones valiosas en cada historia, tus niños se embarcarán en un viaje de descubrimiento y diversión. Suscríbete a Cuentos para Aprender y acompaña a tus hijos en un camino lleno de conocimiento y alegría. Ideal para la hora del cuento, antes de dormir o cualquier momento de aprendizaje y entretenimiento.
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